sábado, 24 de abril de 2010

Declaración de la Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático y los Derechos de Madre Tierra

ACUERDO DE LOS PUEBLOS

Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra

Hoy, nuestra Madre Tierra está herida y el futuro de la humanidad está en peligro.

De incrementarse el calentamiento global en más de 2º C, a lo que nos conduciría el llamado "Entendimiento de Copenhague" existe el 50% de probabilidades de que los daños provocados a nuestra Madre Tierra sean totalmente irreversibles. Entre un 20% y un 30% de las especies estaría en peligro de desaparecer. Grandes extensiones de bosques serían afectadas, las sequías e inundaciones afectarían diferentes regiones del planeta, se extenderían los desiertos y se agravaría el derretimiento de los polos y los glaciares en los Andes y los Himalayas. Muchos Estados insulares desaparecerían y el África sufriría un incremento de la temperatura de más de 3º C. Asimismo se reduciría la producción de alimentos en el mundo con efectos catastróficos para la supervivencia de los habitantes de vastas regiones del planeta, y se incrementaría de forma dramática el número de hambrientos en el mundo, que ya sobrepasa la cifra de 1.020 millones de personas.

Las corporaciones y los gobiernos de los países denominados "más desarrollados", en complicidad con un segmento de la comunidad científica, nos ponen a discutir el cambio climático como un problema reducido a la elevación de la temperatura sin cuestionar la causa que es el sistema capitalista.

Confrontamos la crisis terminal del modelo civilizatorio patriarcal basado en el sometimiento y destrucción de seres humanos y naturaleza que se aceleró con la revolución industrial.

El sistema capitalista nos ha impuesto una lógica de competencia, progreso y crecimiento ilimitado. Este régimen de producción y consumo busca la ganancia sin límites, separando al ser humano de la naturaleza, estableciendo una lógica de dominación sobre ésta, convirtiendo todo en mercancía: el agua, la tierra, el genoma humano, las culturas ancestrales, la biodiversidad, la justicia, la ética, los derechos de los pueblos, la muerte y la vida misma.

Bajo el capitalismo, la Madre Tierra se convierte en fuente sólo de materias primas y los seres humanos en medios de producción y consumidores, en personas que valen por lo que tienen y no por lo que son.

El capitalismo requiere una potente industria militar para su proceso de acumulación y el control de territorios y recursos naturales, reprimiendo la resistencia de los pueblos. Se trata de un sistema imperialista de colonización del planeta.

La humanidad está frente a una gran disyuntiva: continuar por el camino del capitalismo, la depredación y la muerte, o emprender el camino de la armonía con la naturaleza y el respeto a la vida.

Requerimos forjar un nuevo sistema que restablezca la armonía con la naturaleza y entre los seres humanos. Sólo puede haber equilibrio con la naturaleza si hay equidad entre los seres humanos. Planteamos a los pueblos del mundo la recuperación, revalorización y fortalecimiento de los conocimientos, sabidurías y prácticas ancestrales de los Pueblos Indígenas, afirmados en la vivencia y propuesta de "Vivir Bien", reconociendo a la Madre Tierra como un ser vivo, con el cual tenemos una relación indivisible, interdependiente, complementaria y espiritual.

Para enfrentar el cambio climático debemos reconocer a la Madre Tierra como la fuente de la vida y forjar un nuevo sistema basado en los principios de:

* armonía y equilibrio entre todos y con todo
* complementariedad, solidaridad, y equidad
* bienestar colectivo y satisfacción de las necesidades fundamentales de todos en armonía con la Madre Tierra
* respeto a los Derechos de la Madre Tierra y a los Derechos Humanos
* reconocimiento del ser humano por lo que es y no por lo que tiene
* eliminación de toda forma de colonialismo, imperialismo e intervencionismo
* paz entre los pueblos y con la Madre Tierra.

El modelo que propugnamos no es de desarrollo destructivo ni ilimitado. Los países necesitan producir bienes y servicios para satisfacer las necesidades fundamentales de su población, pero de ninguna manera pueden continuar por este camino de desarrollo en el cual los países más ricos tienen una huella ecológica 5 veces más grande de lo que el planeta es capaz de soportar. En la actualidad ya se ha excedido en más de un 30% la capacidad del planeta para regenerarse. A este ritmo de sobreexplotación de nuestra Madre Tierra se necesitarían 2 planetas para el 2030.

En un sistema interdependiente del cual los seres humanos somos uno de sus componentes no es posible reconocer derechos solamente a la parte humana sin provocar un desequilibrio en todo el sistema. Para garantizar los derechos humanos y restablecer la armonía con la naturaleza es necesario reconocer y aplicar efectivamente los derechos de la Madre Tierra.

Para ello proponemos el proyecto adjunto de Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra en el cual se consignan:

* Derecho a la vida y a existir;
* Derecho a ser respetada;
* Derecho a la continuación de sus ciclos y procesos vitales libre de alteraciones humanas;
* Derecho a mantener su identidad e integridad como seres diferenciados, auto-regulados e interrelacionados;
* Derecho al agua como fuente de vida;
* Derecho al aire limpio;
* Derecho a la salud integral;
* Derecho a estar libre de la contaminación y polución, de desechos tóxicos y radioactivos;
* Derecho a no ser alterada genéticamente y modificada en su estructura amenazando su integridad o funcionamiento vital y saludable.
* Derecho a una restauración plena y pronta por las violaciones a los derechos reconocidos en esta Declaración causados por las actividades humanas.

La visión compartida es estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero para hacer efectivo el Artículo 2 de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático que determina ?la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas para el sistema climático? Nuestra visión es, sobre la base del principio de las responsabilidades históricas comunes pero diferenciadas, exigir que los países desarrollados se comprometan con metas cuantificadas de reducción de emisiones que permitan retornar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a 300 ppm y así, limitar el incremento de la temperatura media global a un nivel máximo de 1°C.

Enfatizando la necesidad de acción urgente para lograr esta visión, y con el apoyo de los pueblos, movimientos y países, los países desarrollados deberán comprometerse con metas ambiciosas de reducción de emisiones que permitan alcanzar objetivos a corto plazo, manteniendo nuestra visión a favor del equilibrio del sistema climático de la Tierra, de acuerdo al objetivo último de la Convención.

La "visión compartida" para la "Acción Cooperativa a Largo Plazo" no debe reducirse en la negociación de cambio climático a definir el límite en el incremento de la temperatura y la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, sino que debe comprender de manera integral y equilibrada un conjunto de medidas financieras, tecnológicas, de adaptación, de desarrollo de capacidades, de patrones de producción, consumo y otras esenciales como el reconocimiento de los derechos de la Madre Tierra para restablecer la armonía con la naturaleza.

Los países desarrollados, principales causantes del cambio climático, asumiendo su responsabilidad histórica y actual, deben reconocer y honrar su deuda climática en todas sus dimensiones, como base para una solución justa, efectiva y científica al cambio climático. En este marco exigimos a los países desarrollados que:

* Restablezcan a los países en desarrollo el espacio atmosférico que está ocupado por sus emisiones de gases de efecto invernadero. Esto implica la descolonización de la atmósfera mediante la reducción y absorción de sus emisiones.

* Asuman los costos y las necesidades de transferencia de tecnología de los países en desarrollo por la pérdida de oportunidades de desarrollo por vivir en un espacio atmosférico restringido.

* Se hagan responsables por los cientos de millones que tendrán que migrar por el cambio climático que han provocado y que eliminen sus políticas restrictivas de migración y ofrezcan a los migrantes una vida digna y con todos los derechos en sus países.

* Asuman la deuda de adaptación relacionadas a los impactos del cambio climático en los países en desarrollo proveyendo los medios para prevenir, minimizar y atender los daños que surgen de sus excesivas emisiones.

* Honren estas deudas como parte de una deuda mayor con la Madre Tierra adoptando y aplicando la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra en las Naciones Unidas.

El enfoque debe ser no solamente de compensación económica, sino principalmente de justicia restaurativa: es decir restituyendo la integridad a las personas y a los miembros que forman una comunidad de vida en la Tierra.

Deploramos el intento de un grupo de países de anular el Protocolo de Kioto el único instrumento legalmente vinculante específico para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de los países desarrollados.

Advertimos al mundo que no obstante estar obligados legalmente las emisiones de los países desarrollados en lugar de reducir, crecieron en un 11,2% entre 1990 y 2007.

Estados Unidos a causa del consumo ilimitado aumentó sus emisiones de GEI en 16,8% durante el periodo 1990 al 2007, emitiendo como promedio entre 20 y 23 toneladas anuales de CO2 por habitante, lo que representa más de 9 veces las emisiones correspondientes a un habitante promedio del Tercer Mundo, y más de 20 veces las emisiones de un habitante de África Subsahariana.

Rechazamos de manera absoluta el ilegitimo "Entendimiento de Copenhague", que permite a estos países desarrollados ofertar reducciones insuficientes de gases de efecto invernadero, basadas en compromisos voluntarios e individuales, que violan la integridad ambiental de la Madre Tierra conduciéndonos a un aumento de alrededor de 4ºC.

La próxima Conferencia sobre Cambio Climático a realizarse a fines de año en México debe aprobar la enmienda al Protocolo de Kioto, para el segundo período de compromisos a iniciarse en 2013 a 2017 en el cual los países desarrollados deben comprometer reducciones domésticas significativas de al menos el 50% respecto al año base de 1990 sin incluir mercados de carbono u otros sistemas de desviación que enmascaran el incumplimiento de las reducciones reales de emisiones de gases de efecto invernadero.

Requerimos establecer primero una meta para el conjunto de los países desarrollados para luego realizar la asignación individual para cada país desarrollado en el marco de una comparación de esfuerzos entre cada uno de ellos, manteniendo así el sistema del Protocolo de Kioto para las reducciones de las emisiones.

Los Estados Unidos de América, en su carácter de único país de la Tierra del Anexo 1 que no ratificó el Protocolo de Kioto tiene una responsabilidad significativa ante todos los pueblos del mundo por cuanto debe ratificar el Protocolo de Kioto y comprometerse a respetar y dar cumplimiento a los objetivos de reducción de emisiones a escala de toda su economía.

Los pueblos tenemos los mismos derechos de protección ante los impactos del cambio climático y rechazamos la noción de adaptación al cambio climático entendida como la resignación a los impactos provocados por las emisiones históricas de los países desarrollados, quienes deben adaptar sus estilos de vida y de consumo ante esta emergencia planetaria. Nos vemos forzados a enfrentar los impactos del cambio climático, considerando la adaptación como un proceso y no como una imposición, y además como herramienta que sirva para contrarrestarlos, demostrando que es posible vivir en armonía bajo un modelo de vida distinto.

Es necesario construir un Fondo de Adaptación, como un fondo exclusivo para enfrentar el cambio climático como parte de un mecanismo financiero manejado y conducido de manera soberana, transparente y equitativa por nuestros Estados. Bajo este Fondo se debe valorar: los impactos y sus costos en países en desarrollo y las necesidades que estos impactos deriven, y registrar y monitorear el apoyo por parte de países desarrollados. Éste debe manejar además un mecanismo para el resarcimiento por daños por impactos ocurridos y futuros, por pérdida de oportunidades y la reposición por eventos climáticos extremos y graduales, y costos adicionales que podrían presentarse si nuestro planeta sobrepasa los umbrales ecológicos así como aquellos impactos que están frenando el derecho a Vivir Bien.

El "Entendimiento de Copenhague" impuesto sobre los países en desarrollo por algunos Estados, más allá de ofertar recursos insuficientes, pretende en si mismo dividir y enfrentar a los pueblos y pretende extorsionar a los países en desarrollo condicionando el acceso a recursos de adaptación a cambio de medidas de mitigación. Adicionalmente se establece como inaceptable que en los procesos de negociación internacional se intente categorizar a los países en desarrollo por su vulnerabilidad al cambio climático, generando disputas, desigualdades y segregaciones entre ellos.

El inmenso desafío que enfrentamos como humanidad para detener el calentamiento global y enfriar el planeta sólo se logrará llevando adelante una profunda transformación en la agricultura hacia un modelo sustentable de producción agrícola campesino e indígena/originario, y otros modelos y prácticas ancestrales ecológicas que contribuyan a solucionar el problema del cambio climático y aseguren la Soberanía Alimentaria, entendida como el derecho de los pueblos a controlar sus propias semillas, tierras, agua y la producción de alimentos, garantizando, a través de una producción en armonía con la Madre Tierra, local y culturalmente apropiada, el acceso de los pueblos a alimentos suficientes, variados y nutritivos en complementación con la Madre Tierra y profundizando la producción autónoma (participativa, comunitaria y compartida) de cada nación y pueblo.

El Cambio Climático ya está produciendo profundos impactos sobre la agricultura y los modos de vida de los pueblos indígenas/originarios y campesinos del mundo y estos impactos se irán agravando en el futuro.

El agro negocio a través de su modelo social, económico y cultural de producción capitalista globalizada y su lógica de producción de alimentos para el mercado y no para cumplir con el derecho a la alimentación, es una de las causas principales del cambio climático. Sus herramientas tecnológicas, comerciales y políticas no hacen más que profundizar la crisis climática e incrementar el hambre en el planeta. Por esta razón rechazamos los Tratados de Libre Comercio y Acuerdos de Asociación y toda forma de aplicación de los Derechos de Propiedad Intelectual sobre la vida, los paquetes tecnológicos actuales (agroquímicos, transgénicos) y aquellos que se ofrecen como falsas soluciones (agrocombustibles, geoingeniería, nanotecnología, tecnología Terminator y similares) que únicamente agudizarán la crisis actual.

Al mismo tiempo denunciamos como este modelo capitalista impone megaproyectos de infraestructura, invade territorios con proyectos extractivistas, privatiza y mercantiliza el agua y militariza los territorios expulsando a los pueblos indígenas y campesinos de sus territorios, impidiendo la Soberanía Alimentaria y profundizando la crisis socioambiental.

Exigimos reconocer el derecho de todos los pueblos, los seres vivos y la Madre Tierra a acceder y gozar del agua y apoyamos la propuesta del Gobierno de Bolivia para reconocer al agua como un Derecho Humano Fundamental.

La definición de bosque utilizada en las negociaciones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la cual incluye plantaciones, es inaceptable. Los monocultivos no son bosques. Por lo tanto, exigimos una definición para fines de negociación que reconozca los bosques nativos y la selva y la diversidad de los ecosistemas de la tierra.

La Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas debe ser plenamente reconocida, implementada e integrada en las negociaciones de cambio climático. La mejor estrategia y acción para evitar la deforestación y degradación y proteger los bosques nativos y la selva es reconocer y garantizar los derechos colectivos de las tierras y territorios considerando especialmente que la mayoría de los bosques y selvas están en los territorios de pueblos y naciones indígenas, comunidades campesinas y tradicionales.

Condenamos los mecanismos de mercado, como el mecanismo de REDD (Reducción de emisiones por la deforestación y degradación de bosques) y sus versiones y, que está violando la soberanía de los Pueblos y su derecho al consentimiento libre, previo e informado, así como a la soberanía de Estados nacionales, y viola los derechos, usos y costumbres de los Pueblos y los Derechos de la Naturaleza.

Los países contaminadores están obligados a transferir de manera directa los recursos económicos y tecnológicos para pagar la restauración y mantenimiento de los bosques y selvas, en favor de los pueblos y estructuras orgánicas ancestrales indígenas, originarias, campesinas. Esto deberá ser una compensación directa y adicional a las fuentes de financiamiento comprometidas por los países desarrollados, fuera del mercado de carbono y nunca sirviendo como las compensaciones de carbono (offsets). Demandamos a los países a detener las iniciativas locales en bosques y selvas basados en mecanismos de mercado y que proponen resultados inexistentes y condicionados. Exigimos a los gobiernos un programa mundial de restauración de bosques nativos y selvas, dirigido y administrado por los pueblos, implementando semillas forestales, frutales y de flora autóctona. Los gobiernos deben eliminar las concesiones forestales y apoyar la conservación del petróleo bajo la tierra y que se detenga urgentemente la explotación de hidrocarburos en las selvas.

Exigimos a los Estados que reconozcan, respeten y garanticen la efectiva aplicación de los estándares internacionales de derechos humanos y los derechos de los Pueblos Indígenas, en particular la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, el Convenio 169 de la OIT, entre otros instrumentos pertinentes, en el marco de las negociaciones, políticas y medidas para resolver los desafíos planteados por el cambio climático. En especial, demandamos a los Estados a que reconozcan jurídicamente la preexistencia del derecho sobre nuestros territorios, tierras y recursos naturales para posibilitar y fortalecer nuestras formas tradicionales de vida y contribuir efectivamente a la solución del cambio climático.

Demandamos la plena y efectiva aplicación del derecho a la consulta, la participación y el consentimiento previo, libre e informado de los Pueblos Indígenas en todos los procesos de negociación así como en el diseño e implementación de las medidas relativas al cambio climático.

En la actualidad la degradación medioambiental y el cambio climático alcanzarán niveles críticos, siendo una de las principales consecuencias la migración interna así como internacional. Según algunas proyecciones en 1995 existían alrededor de 25 millones de migrantes climáticos, al presente se estima en 50 millones y las proyecciones para el año 2050 son de 200 a 1000 millones de personas que serán desplazadas por situaciones derivadas del cambio climático. Los países desarrollados deben asumir la responsabilidad sobre los migrantes climáticos, acogiéndolos en sus territorios y reconociendo sus derechos fundamentales, a través de la firma de convenios internacionales que contemplen la definición de migrante climático para que todos los Estados acaten sus determinaciones.

Constituir un Tribunal Internacional de Conciencia para denunciar, hacer visible, documentar, juzgar y sancionar las violaciones de los derechos de los(s) migrantes, refugiados(as) y desplazados en los países de origen, tránsito y destino, identificando claramente las responsabilidades de los Estados, compañías y otros actores.

El financiamiento actual destinado a los países en desarrollo para cambio climático y la propuesta del Entendimiento de Copenhague son ínfimos. Los países desarrollados deben comprometer un financiamiento anual nuevo, adicional a la Ayuda Oficial al Desarrollo y de fuente pública, de al menos 6% de su PIB para enfrentar el cambio climático en los países en desarrollo. Esto es viable tomando en cuenta que gastan un monto similar en defensa nacional y destinaron 5 veces más para rescatar bancos y especuladores en quiebra, lo que cuestiona seriamente sus prioridades mundiales y su voluntad política. Este financiamiento debe ser directo, sin condicionamiento y no vulnerar la soberanía nacional ni la autodeterminación de las comunidades y grupos más afectados.

En vista de la ineficiencia del mecanismo actual, en la Conferencia de México se debe establecer un nuevo mecanismo de financiamiento que funcione bajo la autoridad de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre cambio Climático rindiendo cuentas a la misma, con una representación significativa de los países en desarrollo para garantizar el cumplimiento de los compromisos de financiamiento de los países Anexo 1.

Se ha constatado que los países desarrollados incrementaron sus emisiones en el periodo 1990 / 2007, no obstante haber manifestado que la reducción se vería sustancialmente coadyuvada con mecanismos de mercado.

El mercado de carbono se ha transformado en un negocio lucrativo, mercantilizando nuestra Madre Tierra, esto no representa una alternativa para afrontar el cambio climático, puesto que saquea, devasta la tierra, el agua e incluso la vida misma.

La reciente crisis financiera ha demostrado que el mercado es incapaz de regular el sistema financiero, que es frágil e inseguro ante la especulación y la aparición de agentes intermediarios, por lo tanto, sería una total irresponsabilidad dejar en sus manos el cuidado y protección de la propia existencia humana y de nuestra Madre Tierra.

Consideramos inadmisible que las negociaciones en curso pretendan la creación de nuevos mecanismos que amplíen y promuevan el mercado de carbono toda vez que los mecanismos existentes nunca resolvieron el problema del Cambio Climático ni se transformaron en acciones reales y directas en la reducción de gases de efecto invernadero.

Es imprescindible exigir el cumplimento de los compromisos asumidos por los países desarrollados en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático respecto al desarrollo y transferencia de tecnología, así como rechazar la "vitrina tecnológica" propuesta por países desarrollados que solamente comercializan la tecnología. Es fundamental establecer los lineamientos para crear un mecanismo multilateral y multidisciplinario para el control participativo, la gestión y la evaluación continua del intercambio de tecnologías. Estas tecnologías deben ser útiles, limpias, y socialmente adecuadas. De igual manera es fundamental el establecimiento de un fondo de financiamiento e inventario de tecnologías apropiadas y liberadas de derechos de propiedad intelectual, en particular, de patentes que deben pasar de monopolios privados a ser de dominio público, de libre accesibilidad y bajo costo.

El conocimiento es universal, y por ningún motivo puede ser objeto de propiedad privada y de utilización privativa, como tampoco sus aplicaciones en forma de tecnologías. Es deber de los países desarrollados compartir su tecnología con países en desarrollo, crear centros de investigación para la creación de tecnologías e innovaciones propias, así como defender e impulsar su desarrollo y aplicación para el vivir bien. El mundo debe recuperar, aprender, reaprender los principios y enfoques del legado ancestral de sus pueblos originarios para detener la destrucción del planeta, así como los conocimientos y prácticas ancestrales y recuperación de la espiritualidad en la reinserción del vivir bien juntamente con la Madre Tierra.

Considerando la falta de voluntad política de los países desarrollados para cumplir de manera efectiva sus compromisos y obligaciones asumidos en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kioto, y frente a la inexistencia de una instancia legal internacional que prevenga y sancione todos aquellos delitos y crímenes climáticos y ambientales que atenten contra los derechos de la Madre Tierra y la humanidad, demandamos la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental que tenga la capacidad jurídica vinculante de prevenir, juzgar y sancionar a los Estados, las Empresas y personas que por acción u omisión contaminen y provoquen el cambio climático.

Respaldar a los Estados que presenten demandas en la Corte Internacional de Justicia contra los países desarrollados que no cumplen con sus compromisos bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kioto incluyendo sus compromisos de reducción de gases de efecto invernadero.

Instamos a los pueblos a proponer y promover una profunda reforma de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para que todos sus Estados miembros cumplan las decisiones del Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental.

El futuro de la humanidad está en peligro y no podemos aceptar que un grupo de gobernantes de países desarrollados quieran definir por todos los países como lo intentaron hacer infructuosamente en la Conferencia de las Partes de Copenhague. Esta decisión nos compete a todos los pueblos. Por eso es necesaria la realización de un Referéndum Mundial, plebiscito o consulta popular, sobre el cambio Climático en el cuál todos seamos consultados sobre: el nivel de reducciones de emisiones que deben hacer los países desarrollados y las empresas transnacionales; el financiamiento que deben proveer los países desarrollados; la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática; la necesidad de una Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra y; la necesidad de cambiar el actual sistema capitalista.

El proceso del Referéndum Mundial, plebiscito o consulta popular será fruto de un proceso de preparación que asegure el desarrollo exitoso del mismo.

Con el fin de coordinar nuestro accionar internacional e implementar los resultados del presente ?Acuerdo de los Pueblos? llamamos a construir un Movimiento Mundial de los Pueblos por la Madre Tierra que se basará en los principios de complementariedad y respeto a la diversidad de origen y visiones de sus integrantes, constituyéndose en un espacio amplio y democrático de coordinación y articulación de acciones a nivel mundial.

Con tal propósito, adoptamos el plan de acción mundial adjunto para que en México los países desarrollados del Anexo 1 respeten el marco legal vigente y reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 50 % y se asuman las diferentes propuestas contenidas en este Acuerdo.

Finalmente, acordamos realizar la 2ª Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra en el 2011 como parte de este proceso de construcción del Movimiento Mundial de los Pueblos por la Madre Tierra y para reaccionar frente a los resultados de la Conferencia de Cambio Climático que se realizará a fines de año en Cancún, México.

Cochabamba, Bolivia 19 al 22 de Abril 2010 Cambio Climático Bolivia

sábado, 17 de abril de 2010

Causas estructurales de la crisis climática y la crisis global

Hablar de la crisis climática es hablar de la crisis del sistema capitalista o más bien de la crisis del mundo a raíz del sistema capitalista y del colonialismo que durante siglos explotaron sin límites los recursos naturales, las culturas de los pueblos, sus saberes y conocimientos y las fuerzas de trabajo de miles de millones de personas, de aquellas que sostienen con su esfuerzo y sus energías la vida de las sociedades del mundo. Así, el cambio climático que a estas alturas puede considerarse como uno de los mayores crímenes cometidos contra la humanidad y contra la Madre Tierra, es el síntoma más claro y paradigmático de una crisis civilizatoria que ha tocado límites.

Un crimen que –contrariamente a las versiones ingenuas ampliamente difundidas en las que todos seríamos culpables- tiene responsables con nombre y apellido: sus siluetas se ven transitando de las gerencias de las fábricas a los bancos, de los hoteles de lujo a los tribunales de arbitraje, de los gabinetes de gobiernos vendidos a los proyectos de “mal desarrollo”, de las conferencias de la OMC, Banco Mundial y FMI a las sesiones diarias de la bolsa, de los campos despojados y territorios destruidos a los ghettos de opulencia de los pocos ricos del mundo y que con sus decisiones y afán de lucro no dudaron en poner en riesgo la vida de miles de millones de seres humanos, de miles de especies vivas, de innumerables ecosistemas en el planeta.

Todo este entramado de sistemas de explotación de las riquezas en el mundo ha generado la mayor concentración de Gases de Efecto Invernadero de la historia y provocado, por tanto, un incremento de la temperatura global que ya excede la capacidad de la atmósfera y del planeta para controlarlo y regularlo, ha sobrepasado toda posibilidad natural y sólo una acción drástica de cambio de paradigmas podrá ejercer un cambio. Sus impactos no afectan a todos por igual, son los países del Sur, los países llamados en desarrollo y los grupos más pobres y vulnerables de las sociedades los que sufren sus consecuencias de manera inclemente.

El 80% de las emisiones globales son producidas por las industrias, la energía y el consumo desmedido de los países más ricos y más desarrollados que reúnen el 20% de la población mundial. América Latina es responsable apenas del 10.3% de las emisiones globales. Esta diferencia en las emisiones entre países desarrollados y países en desarrollo no ha sido controlada ni antes ni ahora, a pesar de haberse alertado sobre este peligro hace más de 15 años y de haberse firmado el Protocolo de Kyoto destinado a este fin. De los 191 países que han firmado el Protocolo, uno de los más poderosos y contaminadores (EEUU: 20.2%) se ha negado sistemáticamente a ratificarlo, junto a varios otros que en las negociaciones de la Convención no realizan compromisos verdaderos para reducir sus emisiones e incluso pretenden escapar del cumplimiento que les exige el Protocolo de Kyoto archivándolo y buscando un acuerdo frágil y antidemocrático, sin mecanismos de control como es el Entendimiento de Copenhague de diciembre de 2010. El peso vinculante de los acuerdos a favor de la humanidad y el medio ambiente es mínimo comparado con el peso vinculante de la fuerza del capital que tiene sus propios acuerdos e instituciones.

Y esta situación ha puesto al planeta y sus habitantes al borde del abismo. Las emergencias por desequilibrios climáticos se han multiplicado por 40 veces en el último tiempo y cada catástrofe es una herida por la que vemos desangrar la vida y en la que se hace evidente la desgarradora vulnerabilidad de los más pobres, de los pueblos indígenas, de las mujeres, los viejos y los niños ante las calamidades producidas por la crisis climática. Sólo en estos días hemos lamentado más de 300 muertos y desaparecidos en las favelas de Brasil por las torrenciales e inusuales lluvias que inundaron el Estado de Río de Janeiro obligando a los alcaldes cariocas a pedir que se desconecten las centrales nucleares instaladas en Angra do Reis por su enorme peligrosidad para la población.

Hace poco, en la región andina de Bolivia y Perú, se ha lamentado pérdidas de más de un centenar de vidas por las catástrofes de derrumbes e inundaciones en el Cuzco, el Oriente boliviano y otras regiones, al tiempo que se derriten nuestros glaciares, fuente de vida e identidad cultural. Mientras que en otras regiones se han vivido periodos de sequía severos que han matado miles de cabezas de animales. Europa y América del Norte no han escapado a las inundaciones y tormentas de nieve inusuales en su magnitud este último invierno. Mientras que la silenciosa desaparición de Venecia, es un efecto evidente del cambio climático del que todavía no se habla.

La deuda climática y la deuda histórica

Los gases de efecto invernadero (GEI) se han ido concentrando en la tierra desde la revolución industrial, pero las mayores concentraciones de GEIs se han dado durante los últimos 40 años coincidiendo con el despliegue del neoliberalismo. Y han sido fundamentalmente los países desarrollados, los más ricos y aquellos que iniciaron la conquista del mundo sometiendo a sus pueblos a la colonización de sus territorios, al exterminio de sus habitantes, a la negación de sus culturas, los que se han beneficiado de esa explotación de combustibles fósiles, de riquezas minerales, de la biodiversidad y del conocimiento local. Son ellos los principales responsables de la crisis climática, mientras que los países del Sur global son los que más sufren sus consecuencias. Así, los países del Norte tienen una enorme deuda ecológica y climática que pagar a las naciones pobres, debate que se ha reflejado en el proceso de la Conferencia de Cambio Climático de las NNUU, evidenciando una de las relaciones más inequitativas y desequilibradas de nuestra civilización.

Los países en desarrollo plantean que la única forma de pagarla es con reducciones de emisiones drásticas que paguen la deuda acumulada y mitiguen efectivamente los cambios producidos pero que además dejen el espacio atmosférico libre para el desarrollo equitativo de los países en desarrollo, es decir transferencia sustantivas de fondos al Sur para enfrentar los costos de adaptación, para contribuir a la mitigación del cambio climático mediante el uso de tecnologías adecuadas, por lo tanto de transferencias de tecnologías fuera de las reglas de comercio privatizadoras.

La mercantilización de todo lo que está ante nuestros ojos

El paradigma dominante de la civilización colonial-capitalista o capitalista neocolonial, es que todo tiene un precio, pero también que todo puede alterarse para ser vendido. Así, los principios fundamentales de la vida, del derecho a la vida, de los equilibrios y de la diversidad genética se vulneran; el agua, la tierra, el fuego, la energía y hasta el aire están mercantilizados y son territorios ocupados. El ejemplo más claro es la atmósfera, ahora ocupada por los gases de efecto invernadero en un 80% producido por el 20% de la población concentrada en los países más ricos y desarrollados. Ese grado de concentración de gases imposibilita el ejercicio del derecho al desarrollo de los pueblos que no han logrado alcanzar niveles básicos de acceso a los derechos de alimentación, energía, transporte, infraestructura básica. Pero además pone en peligro la propia existencia del planeta que enfrenta el mayor peligro a su estabilidad.

La base de ese sistema mercantil está concentrada en las instituciones que desarrollaron reglas de comercio y financieras que legitiman y profundizan ese paradigma dominante: la OMC, el Banco Mundial, el FMI, los acuerdos de comercio como el NAFTA o el CAFTA que establecen una serie de normas, mecanismos y condicionalidades para generar “crecimiento”.

Estas normas y reglas van de la mano con la mayor irracionalidad neoliberal en la que el despilfarro, la anulación de la biodiversidad genética, la contaminación de las fuentes de agua y vida, la mercantilización de los bienes comunes, la sobreexplotación de los recursos de la tierra, el uso desmedido de la energía en la producción y traslado de mercancías contribuyen de manera continua no sólo a una mayor emisión de GEI, sino a una huella ecológica totalmente insostenible. Según el informe del WWF de 2009, actualmente la huella ecológica de la intervención humana sobrepasa en un 30% la capacidad de la biósfera para restituirse. Según esta misma fuente, la primera vez que se ha registrado este “déficit” entre lo que se consume y lo que la tierra es capaz de reponer fue en los 80, coincidiendo con el inicio del Consenso de Washington que formuló un plan global en el que la inversión privada fue concebida como la clave del desarrollo.

Las visiones de desarrollo y la ruptura del equilibrio con la Madre Tierra

Otra de las bases estructurales del cambio climático está en la forma en que se concibe el desarrollo y el propio desarrollo sostenible cuya definición se concentra en mantener condiciones para las futuras generaciones; pero al no contar con una visión holística de interrelaciones vitales con la naturaleza no necesariamente incluye o presupone un equilibrio con la Madre Tierra: “Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades” (UN). Por lo tanto el concepto y la práctica del “desarrollo sostenible” han sido articulados con los enfoques mercantilistas y extractivistas, pues la sostenibilidad se ha definido en un estrecho enfoque androcéntrico, extractivista y predominantemente basado en el consumo de fuentes fósiles.

En el trasfondo de esto yace la ruptura de la civilización humana con la naturaleza que propició la cultura occidental capitalista en la que la tierra no es vista más que como un “recurso” y un territorio de ocupación. Informes serios afirman que la intervención humana ha superado las propias fuerzas de la naturaleza y se constituyen en un verdadero peligro para los innumerables equilibrios logrados por la evolución para la habitabilidad de las especies en siglos.

De ahí el enorme valor de todos los procesos locales y movimientos sociales que en el mundo están intentando resignificar la Naturaleza con el concepto de Madre Tierra, y reafirmando aquello que la naturaleza no es un “recurso”, es “nuestro hogar”, es nuestra Madre Tierra.

Sistemas financieros y sistemas económicos

Pero también es fundamental analizar en estas causas estructurales los mecanismos y estructuras financieras que gobiernan al mundo. Estas estructuras financieras se han articulado para seguir extrayendo recursos de los países en desarrollo y de sus estados a favor de las grandes transnacionales y de los países poderosos. La deuda es una de las muestras más claras de estos mecanismos que no sólo empobrece a los pueblos sino que posibilita que las multilaterales condicionen a los países en desarrollo a aplicar políticas neoliberales que en el fondo favorecen a las multinacionales. Como se dio en las décadas de los 80 y 90 con procesos de liberalización y reducción del poder regulador de los estados, en favor del poder de las trasnacionales. Ejemplos de ello tenemos miles, como el caso de los tribunales de arbitraje que se permiten juzgar a los pueblos porque las empresas se han visto afectadas por leyes locales ambientales, laborales, de salud, etc.

La relación de estos sistemas financieros y económicos con la crisis climática es directa y causal y se expresa también en los procesos de negociación de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático -CMNUCC- en los que se debate ahora cómo se va a financiar la adaptación de los países en desarrollo, proponiéndose que sea a través de mecanismos ya viciados. Por eso es que los países en desarrollo proponen que cualquier mecanismo de financiamiento debe ser en el marco de un control multilateral, transparente, democrático y no condicionado al financiamiento para adaptación.

Pero aún más grave es la posibilidad de que algunos países desarrollados, en el afán de eludir sus responsabilidades y compromisos multilaterales, destinen sus fondos de cooperación a fondos de financiamiento para cambio climático, como se advierte en las últimas propuestas efectuadas en el parlamento de la Unión Europea. Los países desarrollados han propuesto 30.000 millones de $US para el periodo 2010-2012 y 100.000 millones hacia el 2020. (Entendimiento de Copenhague). Suma irrisoria si se considera, como sugiere el G77, que los gastos superarán el 5% del Producto Nacional Bruto de los países desarrollados (1.900.000 millones de $US.) Y si se comprara con lo que necesitaría sólo un país devastado como Haití (cuya tragedia no fue causada por el cambio climático pero que es una muestra de la vulnerabilidad de los países más pobres) que va a requerir alrededor de 11.000 millones de $US.

Pero también la discusión está en la propia estructura de los sistemas económicos que han puesto en prioridad el lucro y la rentabilidad en lugar de la eficiencia de los servicios y del cuidado de los pueblos y la naturaleza. Los índices de crecimiento económico de una sociedad se miden por medio de inversiones, valores en la bolsa, pero no existen indicadores que midan cuán beneficioso podría ser para una sociedad un uso distinto del tiempo, de los recursos humanos, de una priorización diferente de las áreas que requieren de mayor atención y destino de recursos económicos para ser más humana. En ese sentido, la economía feminista ha dado y está dando muchos elementos para encontrar alternativas.

El control de territorios, la migración obligatoria y los acuerdos de integración

Finalmente se deberá analizar, en la perspectiva de las causas estructurales, el tema del control de territorios. El cambio climático está produciendo en el mundo una reconfiguración geopolítica debido al desplazamiento y movilidad de personas a gran escala, pérdidas de territorios, procesos de deglaciación que permitirán el acceso a riquezas naturales ahora valoradas por su valor económico como el petróleo y los minerales.

Según la Organización Internacional para las Migraciones -OIM-, se estima que más de 200 millones de personas serán, en pocas décadas (2050), migrantes climáticos desplazados y buscando en el mundo un lugar donde vivir. Ya en la actualidad alrededor de 40 millones de gente ha sido desplazada de sus lugares de origen por impactos de la minería y la industria altamente contaminante. Mientras que, sin ninguna sensibilidad, las grandes potencias y los países en desarrollo endurecen sus leyes de migración y desarrollan planes perversos de reclutamiento étnico para admitir a jóvenes extranjeros en sus países.

Hace más de una década, se decía que había más de 25 millones de personas obligadas a abandonar sus territorios por motivos medioambientales como la contaminación, degradación de suelos, sequías y desastres naturales. Hoy los “refugiados medioambientales” son más que los refugiados por persecución política y por guerras. (OIM).

Pero lo curioso de todo es que en lugar de flexibilizar las reglas de inmigración, los países desarrollados se han dedicado a construir cada vez más reglas y prácticas draconianas para evitar y controlar la migración a un límite inaudito, como el muro de la vergüenza entre Estados Unidos y México y la Directiva Retorno de la Unión Europea. A esto se suman las numerosas manifestaciones xenófobas y casi fascistas que se generan a partir de estos enfoques. En Estados Unidos se han puesto en marcha programas para controlar a los inmigrantes mexicanos que involucran a la población civil estadounidense (mediante la formación de patrullas) e incluye vigilancia electrónica fronteriza (monitores de TV). En Italia se han registrado vergonzosos disturbios xenófobos contra los inmigrantes. (BBC)

Esto cuestiona profundamente los llamados acuerdos de integración que se multiplican por el mundo pero sólo para facilitar la circulación de mercancías y crear condiciones cada vez más favorables para las inversiones y fortalecer matrices energéticas “petroadictas”, extractivistas, expoliadoras de recursos naturales, pero no encaran el tema de la circulación y los derechos humanos y laborales de las personas. Pero que sobre todo no promueven una verdadera adaptación de sus contenidos a la emergencia climática, a la crisis global que no sólo provocará catástrofes que requerirán de grandes montos de dinero para atenuarlos, sino de infraestructuras y normas para encarar el tema de la migración por razones climáticas y financieras, fruto de la deuda histórica del Norte con el Sur y consecuencia de las políticas vigentes de acumulación de riquezas.

Lo bueno de todo es que la crisis global, y en particular la crisis climática, han puesto en evidencia la necesidad de cambiar el mundo, de cambiar los paradigmas, de buscar restablecer el equilibrio con la Madre Tierra y de eliminar las profundas inequidades e injusticias de un sistema que se come el mundo de a pedacitos. La fuerza de los pueblos está ahora a prueba para resignificar la vida en el planeta y fortalecer la solidaridad y la justicia.

Elizabeth Peredo BeltránALAI