miércoles, 30 de noviembre de 2011

"Es hora de parar la guerra contra la Tierra"

Discurso de Vandana Shiva al recibir el Premio Sydney por la Paz.

Hoy en día, cuando pensamos en la guerra, nuestra mente se torna hacia Iraq y Afganistán. Pero la guerra más grande es la guerra contra el planeta. Ésta tiene sus raíces en una economía que no respeta límites ecológicos y éticos – límites a la desigualdad, límites a la injusticia, límites a la codicia y la concentración económica.

Un puñado de empresas y de potencias busca controlar los recursos de la Tierra y transformar el planeta en un supermercado en el que todo está en venta. Quieren vender nuestro agua, genes, células, órganos, conocimientos, culturas y nuestro futuro. 

La guerras duraderas en Afganistán, Iraq y las que les han seguido no son sólo sangre por petróleo. A medida que ellas se desarrollan, vemos que son sangre por alimentos, sangre por genes y biodiversidad y sangre por agua. 

La metalidad guerrera subyacente a la agricultura bélico-industrial es obvia en los nombres de los herbicidas de Monsanto— Round-Up, Machete, Lasso. American Home Products, que se ha fusionado con Monsanto, da a sus herbicidas nombre igualmente agresivos, incluyendo “Pentagon” y “Squadron”. Es la lengua de la guerra. La sustentabilidad se basa en la paz con la Tierra. 

La guerra contra la Tierra comienza en la mente. Los pensamientos violentos dan forma a acciones violentas. Categorías violentas construyen herramientas violentas. Y en ninguna parte esto es tan vivaz como en las metáforas y métodos en los que se basa la producción industrial, agrícola y alimentaria. La fábricas que produjeron venenos y explosivos para matar a la gente durante las guerras han sido transformadas en fábricas productoras de agroquímicos al terminar las guerras. 

El año 1984 me hizo ver que algo no estaba bien en la manera en que los alimentos se producían. Con la violencia en el Punjab y el desastre en Bhopal, la agricultura parecía guerra. Fue entonces que escribí La Violencia de la Revolución Verde, y por eso mismo lancé Navdanya como un movimiento por una agricultura libre de venenos y productos tóxicos. 

Los pesticidas, que en un principio se utilizaron como químicos bélicos, no pudieron controlar las plagas. La ingeniería genética iba a ofrecer una alternativa a los productos químicos tóxicos. Al contrario, ha llevado a un mayor uso de pesticidas y herbicidas y desatado una guerra contra los campesinos. 

Los altos costos de los insumos y productos químicos hacen que los agricultores caigan en la trampa de la deuda – y la tampa de la deuda lleva a los agricultores al suicidio. De acuerdo a datos oficiales, en la India más de 200.000 campesinos se han suicidado desde 1997. 

Hacer la paz con la Tierra siempre ha sido un imperativo ético y ecológico, que se ha convertido ahora en un imperativo para supervivencia de nuestra especie. 

La violencia contra el suelo, la biodiversidad, el agua, la atmósfera, el campo y los campesinos produce un sistema alimentario marcial que no puede dar de comer a la gente. Un billón de personas sufre hambre. Dos billones sufren de enfermedades relacionadas con la alimentación: obesidad, diabetes, hipertensión y cáncer.
Hay tres niveles de violencia implicadas en el desarrollo no sustentable. El primero es la violencia contra la Tierra, que se expresa en la crisis ecológica. El segundo es la violencia contra gente, que se expresa en la pobreza, la indigencia y el desplazamiento. El tercero es la violencia de la guerra y el conflicto, cuando los poderosos echan mano a los recursos que están en otras comunidades y países para satisfacer su apetito que no tiene límites. 

Cuando cada aspecto de la vida es comercializado, vivir se hace más caro, y la gente se empobrece, incluso si ganan más de un dólar al día. Por otra parte, la gente puede ser rica en términos materiales, incluso sin economía monetaria, si tienen acceso a la tierra, si los suelos son fértiles, si los ríos están limpios, su cultura es rica y mantiene la tradición de construir casas y prendas bonitas, buena comida, y hay cohesión social, solidaridad y espíritu comunitario. 

La ascensión del dominio del mercado, y de la moneda en tanto que capital producido por el hombre, a la posición de principio superior organizativo de la sociedad y única forma de cuantificar nuestro bienestar ha llevado al debilitamiento de los procesos que mantienen y sostienen la vida en la naturaleza y la sociedad.
Entre más ricos nos hacemos, somos ecológica y culturalmente más pobres. El aumento en el bienestar económico, medido en dinero, lleva al aumento de la pobreza en los aspectos material, cultural, ecológico y espiritual. 

La verdadera moneda de la vida es la vida misma, este punto de vista lleva a varias preguntas: ¿cómo nos miramos a nosotros mismos en este mundo? ¿Para qué están los seres humanos? Y ¿somos simplemente una máquina de hacer dinero devoradora de recursos? O ¿tenemos un propósito más elevado, un fin superior? 

Creo que la “Democracia Terráquea” nos permite imaginar y crear democracias vivientes basadas en el valor intrínseco de todas las especias, de todos los pueblos, de todas las culturas – un reparto justo y equitativo de los recursos vitales de esta Tierra, un reparto de las decisiones sobre el uso de los recursos de la Tierra. 

La “Democracia Terráquea” protege los procesos ecológicos que mantienen la vida y los derechos humanos fundamentales que son la base del derecho a la vida, incluyendo el derecho al agua, la alimentación, la salud, la educación, el trabajo y el sustento. 

Tenemos que escoger. ¿Obedeceremos las leyes de mercado de la codicia corporativa o las leyes de la Madre Tierra para mantener los ecosistemas terrestres y la diversidad de los seres vivos? 

Las necesidades en alimentación y agua de la gente sólo pueden satisfacerse si se protege la capacidad de la naturaleza para producir alimentos y agua. Suelos y ríos muertos no dan alimento ni agua. 

Por ello, defender los derechos de la Madre Tierra es el más importante de los derechos humanos y de las luchas por la justicia social. Es el más amplio movimiento pacifista de nuestra época. 
 
La Dra. Vandana Shiva es una física y ambientalista india, que recibio el Precio Sydney de la Paz 2010. Ésta es la versión editada de su discurso en la Ópera de Sydney el 3 de noviembre.
 http://www.ecoportal.net/content/view/full/101285

Ocupar Durban

El mundo enfrenta un peligroso proceso de calentamiento global y es urgente tomar acciones decisivas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. ¿Qué se puede esperar de las negociaciones sobre cambio climático que han arrancado esta semana en la ciudad de Durban, Sudáfrica? No mucho.
 
Cuando se negoció el Protocolo de Kioto (PK) se establecieron metas de reducciones cuantitativas obligatorias a los países que cargaban con mayor responsabilidad histórica en la acumulación de gases invernadero. Este fue el logro más importante de ese tratado. Treinta y siete países industrializados y la Unión Europea fueron incluidos en el Anexo B y fijaron metas para reducir las emisiones de gases invernadero. En promedio, las emisiones se reducirían en 5 por ciento con respecto a los niveles de 1990 durante el periodo 2008-2012.

El establecimiento de compromisos vinculantes en el PK siempre chocó con las visiones neoliberales, en las que el mercado asigna los recursos eficientemente y siempre es necesario reducir la estorbosa intervención pública.

Muy pronto comenzaron las maniobras para socavar las metas cuantitativas del PK. Hoy casi han culminado con la destrucción del tratado. Durban puede ser el lugar en el que se expida el acta de defunción de ese tratado. Terribles serán las consecuencias.

Por eso las negociaciones desde el inicio se concentraron en la forma de reducir el costo de los compromisos adquiridos en el marco del Protocolo de Kioto. Se dijo que había que dotar de flexibilidad a los países del Anexo B. En realidad se trataba de eviscerar el tratado.

Entre otras cosas, se estableció el mecanismo de mercado de emisiones de gases invernadero. Esto correspondía perfectamente a la ideología neoliberal y a las necesidades del capital financiero. Las emisiones de gases invernadero podrían convertirse en otro novedoso instrumento para manejar activos financieros, bursatilizarlos y comercializarlos por todo el planeta… aunque no se supiera a ciencia cierta cuál sería su contenido. Literalmente, los cielos se pusieron en venta.

Además se establecieron los llamados mecanismos de desarrollo limpio y el de implementación conjunta. El primero permite a los países obligados a reducir sus emisiones de GEI ejecutar proyectos de reducciones de esos gases en países subdesarrollados. Estos proyectos generan créditos de reducción de emisiones certificadas que pueden contabilizarse para cumplir con las metas fijadas en el protocolo de Kioto.

Estos créditos también pueden venderse en el mercado mundial de bonos de carbono y se les ha querido presentar como un ingenioso mecanismo que integra decisiones de inversión y cambio tecnológico con las virtudes del mercado libre. Una empresa en un país industrializado puede continuar usando su tecnología contaminante, pero puede compensar los efectos negativos al generar proyectos que reducen emisiones en otros países. Se supone que la mayor flexibilidad en los países industrializados permite alcanzar las metas de reducciones en esas naciones más rápidamente. La realidad es que estos mecanismos no sólo son ineficientes, sino que pueden hacer más lento el proceso de eliminación de la dependencia en las fuentes de energía fósil.

La implementación conjunta es el tercer mecanismo en el PK. Este instrumento permite a países del Anexo B obtener créditos a través de proyectos en otros países del mismo anexo. Esos créditos pueden ser usados para compensar emisiones y, en teoría, también proporcionan una mayor flexibilidad para cumplir con las metas de reducciones de GEI.

Hoy está a la vista de todos el fracaso estrepitoso de los mecanismos del Protocolo de Kioto. Las emisiones de gases invernadero no se han reducido y, al contrario, se aceleraron desde el año 2000. El deshielo en las regiones polares se ha acelerado y el Amazonas alcanzó los niveles más bajos en la historia, testimonio de la lenta desaparición de sistemas glaciares en los Andes. El deshielo de la capa del subsuelo que ha permanecido permanentemente congelada (permafrost) en la tundra y otras regiones peri-glaciales tendrá como efecto la liberación de una gran cantidad de gas metano, uno de los más poderosos gases de efecto invernadero. Todo esto no presenta buenos augurios en materia de cambio climático.

En lugar de tomar medidas urgentes, los países más poderosos están empeñados en proteger y conservar el modelo económico de la globalización neoliberal. En Durban, ese objetivo chocará con lo que queda del Protocolo de Kioto y buscará destruirlo y enterrarlo para siempre. En contra de todo lo que ha revelado la investigación científica hasta hoy, las negociaciones desembocarán en compromisos voluntarios de los países que generan más emisiones de GEI. Y no hay que engañarse: un régimen sobre cambio climático en el que cada país declara sus metas de reducciones voluntarias no va a dar buenos resultados. Sería bueno que los pueblos de la tierra pudieran ocupar Durban y encargarse directamente de las negociaciones.

Alejandro Nadal
La Jornada

martes, 29 de noviembre de 2011

Reunión conjunta ACP (Asia, Caribe y Pacífico)-UE (Unión Europea). Comunicado sobre la deuda externa. Attac Togo

Comunicado de prensa sobre la reunión conjunta ACP-UE. Attac Togo.

Attac Togo ha mostrado un especial interés en los debates mantenidos en la pasada reunión conjunta entre los países de África-Caribe-Pacífico y la Unión Europea, en particular en lo referente a la deuda externa de los países ACP. Togo se alegra de la consideración que ha tenido el asunto principal por parte de los países ACP y de la Unión Europea  y acoge con agrado la atención que han prestado los parlamentarios a algunas de las sugerencias aportadas por la sociedad civil comprometida con este tema. Años después del comienzo de la deuda en el Sur, hemos alcanzado una nueva crisis de deuda que arrastra al mundo a problemas aun más graves.

La crisis financiera y política que sufre la Unión Europea debe ser analizada no como una crisis económica cíclica sino como un fallo del sistema económico en general. Si no hacemos un análisis serio y profundo, no encontraremos una salida sostenible a la crisis. De hecho, las medidas que se han tomado desde el principio de la crisis de 2008 han demostrado ser un fracaso. Con respecto a la reciente historia de los países de la ACP, los planes de austeridad que se han llevado a cabo en Europa no resuelven la crisis. Después de aplicar las mismas medidas durante más de 25 años, no se ha resuelto el problema de la deuda en ningún país ACP. Es más, el endeudamiento ha crecido y continúa siendo un problema real. De ahí la importancia que esta asamblea ha dado a este asunto tan candente.

Attac Togo se alegra de que la asamblea haya dedicado tiempo a debatir la anulación de la deuda. Después de la crisis, con la reciente anulación de la deuda en los balances generales de los bancos occidentales y las sucesivas fianzas con fondos públicos estamos convencidos de que es posible anular la presente deuda en los países ACP. De hecho, la deuda total de los países en desarrollo, entre ellos los países ACP, alcanza los 1580 billones mientras que la Unión Europea destinó –en vano- 200 billones de euros a salvar los bancos. Parece más urgente salvar a un billón y medio de habitantes de los países ACP que son víctima de los sectores sociales básicos debido a los programas estructurales de ajuste que salvar a los bancos y a sus accionistas. Como declaró Thomas Sankara en la Conferencia de la Organización de la Unión Africana de 1987, “si no pagamos, nuestros acreedores no se van a morir”. Recordemos que la deuda de los países ACP es especialmente abominable porque fue acordada por regímenes dictatoriales con el respaldo de las instituciones europeas para oprimir al pueblo. Todavía tenemos en mente los recientes casos de Tunicia y Egipto. La deuda de estos países debe ser anulada simplemente como reconocimiento de la culpa que ha tenido la Unión Europea con su silencio y apoyo a los dictadores. 

Sea cual sea el nivel de desarrollo de un país, el reembolso de la deuda recae en el pueblo. Es importante que la población sepa cómo se gastó en realidad el dinero prestado. Por lo tanto, tanto en el Norte como en el Sur, es necesario establecer auditorías que evalúen la situación y analicen las condiciones de los préstamos. Aparte de pedir en la resolución de la asamblea  la intervención de auditores estatales, Attac Togo considera necesaria la creación de comisiones independientes en cada país ACP-UE, siguiendo así el ejemplo de la comisión creada por el gobierno de Ecuador en 2007; aquí se consiguió realizar una auditoría completa de la deuda del país. Attac Togo pide a los diferentes parlamentarios, representantes de los pueblos, que actúen en su país para poner en marcha auditorías de la deuda independientes con la participación de la gente. Mientras dure el dominio de la deuda, no será posible la asociación entre los países ACP y la Unión Europea. La deuda provoca la dominación del Norte sobre el Sur. No podrá haber una asociación UE-ACP si no se cuestionan las políticas actuales de ayuda e intercambio, que son las mejores herramientas de sometimiento. Attac Togo hace un llamamiento a todos los parlamentarios de los países ACP para que exijan la completa anulación de toda la deuda sin condiciones antes de crear una asociación, que la UE quiere imponer a través del Tratado de Lisboa.

En una época de crisis, cuando ya no se escucha la voz de los pueblos ni en el Sur ni en el Norte, cuando se reprime cualquier indignación pública contra la crisis, los impactos y los gobiernos, les pedimos a los parlamentarios de ACP-UE que pongan más cuidado en la defensa de la libertad de expresión y de acción de los ciudadanos. Más que nunca, Attac Togo apoya la implantación de un impuesto tipo Tobin y el cierre de los paraísos fiscales para luchar contra la evasión fiscal y la malversación de fondos públicos en África.

Realizado en Lomé el 24 de Noviembre de 2011, miembro del CADTM Internacional.


lunes, 28 de noviembre de 2011

La gran perversión

Para resolver la crisis económico-financiera de Grecia y de Italia se han formado, por exigencia del Banco Central europeo, gobiernos solo de técnicos sin participación de ningún político. Se partía de la ilusión de que se trata de un problema económico que debe resolverse económicamente. Quien solo entiende de economía, acaba no entendiendo ni siquiera la economía. La crisis no es de economía mal manejada, sino de ética y de humanidad.

Ambas muy relacionadas con la política. Por eso la primera lección de un marxismo básico es entender que la economía no es parte de la matemática y de la estadística sino un capítulo de la política. Gran parte de la obra de Marx está dedicada a desmontar la economía política del capital. Cuando en Inglaterra ocurrió una crisis semejante a la actual y se creó un gobierno de técnicos, Marx hizo duras críticas mofándose con ironía, pues preveía un fracaso total, como efectivamente ocurrió. No se puede usar el veneno que creó la crisis como remedio para curarla.

Para dirigir los respectivos gobiernos de Grecia y de Italia han llamado a gente que pertenece a los altos niveles bancarios. Los bancos y las bolsas han sido los que han provocado la presente crisis que casi hundió todo el sistema económico. Estos señores son como talibanes fundamentalistas: creen de buena fe en los dogmas del mercado libre y en el juego de las bolsas. ¿En que lugar del universo se proclama el ideal de greed is good, la codicia es buena? ¿Cómo hacer de un vicio (y, digámoslo también, de un pecado) una virtud?

Están sentados en Wall Street de Nueva York y en la City de Londres. No son raposas que guardan las gallinas, sino que las devoran. Con sus manipulaciones transfirieron grandes fortunas a unas pocas manos y cuando estalló la crisis fueron auxiliados con miles de millones de dólares sacados de los trabajadores y de los jubilados. Barack Obama se mostró débil, inclinándose más por ellos que por la sociedad civil. Con los dineros recibidos continuaron la farra, ya que la prometida regulación de los mercados financieros quedó en letra muerta. Millones de personas están en el paro y la precarización, especialmente los jóvenes, que están llenado las plazas, indignados, contra la codicia, la desigualdad social y la crueldad del capital.

¿Es que gente que tiene la cabeza formada por el catecismo del pensamiento único neoliberal va a sacar a Grecia y a Italia del atolladero? Lo que está ocurriendo es el sacrifico de toda una sociedad en el altar de los bancos y del sistema financiero.

Ya que la mayoría de los stablishment no piensan (no lo necesitan) vamos a intentar entender la crisis a la luz de dos pensadores que en el mismo año de 1944, en Estados Unidos, nos dieron una clave iluminadora. El primero fue el filósofo y economista húngaro-canadiense Karl Polanyi con su clásica obra La Gran Transformación. ¿En qué consiste? Consiste en la dictadura de la economía. Después de la Segunda Guerra Mundial que ayudó a superar la Gran Depresión de 1929, el capitalismo dio un golpe maestro: anuló la política, mandó al exilio la ética e impuso la dictadura de la economía.

A partir de entonces no ha habido como siempre antes una sociedad con mercado, sino una sociedad de mercado. Lo económico estructura todo y hace de todo una mercancía regida por una cruel competencia y una ganancia descarada. Esta transformación desgarró los lazos sociales y profundizó el foso entre ricos y pobres dentro de cada país y a nivel internacional.

El otro es un filósofo de la escuela de Frankfurt, exiliado en Estados Unidos, Max Horkheimer, que escribió El eclipse de la razón (1947). Ahí se dan las razones para La Gran Transformación de Polanyi, que consisten fundamentalmente en esto: la razón ya no se orienta por la búsqueda de la verdad y por el sentido de las cosas, sino que es secuestrada por el proceso productivo y rebajada a mera función instrumental, «transformada en un simple mecanismo tedioso de registrar hechos». Lamenta que «justicia, igualdad, felicidad, tolerancia, juzgadas inherentes a la razón durante siglos, han perdido sus raíces intelectuales».

Cuando la sociedad eclipsa a la razón, se vuelve ciega, pierde el sentido del estar juntos y se ve atascada en el pantano de los intereses individuales o corporativos. Es lo que hemos visto en la crisis actual. Los premios Nobel de economía más humanistas, Paul Krugman y Joseph Stiglitz, han escrito reiteradamente que los players de Wall Street deberían estar en la cárcel por ladrones y bandidos.

Ahora, en Grecia y en Italia la Gran Transformación ha adquirido otro nombre: se llama la Gran Perversión.

Leonardo Boff, Teólogo, filósofo e escritor
Adital

domingo, 27 de noviembre de 2011

Hay pero no te toca

¿Tenía razón Thomas Malthus al pronosticar, en 1798, que la capacidad del hombre para reproducirse iba a sobrepasar su habilidad para producir comida, lo que provocaría una hambruna y un recrudecimiento del proceso de selección natural de las especies, entiéndase guerras en el caso del homo sapiens? 

Ante la interrogante, que tomo casi textualmente de una influyente agencia de prensa, los optimistas recuerdan que la revolución industrial y su impacto en la agricultura han frustrado esos vaticinios, a pesar de que la humanidad se ha duplicado una y otra vez. Otros se acogen al cartesiano recurso de la duda. Aunque advierten que los aumentos históricos de la población no han resultado catastróficos a escala económica, como para salvar la honrilla, “por si acaso”, apuntan que posiblemente Malthus se haya equivocado… solo en unos cuantos siglos. 

¿El argumento de los últimos? La conjunción de la danza vertiginosa de los precios y el que los habitantes del orbe suman hoy siete mil millones, un crecimiento de dos mil millones en menos de 25 años. Y si bien en más de seis décadas, aducen cautelosos, la tasa de fertilidad global se ha reducido a la mitad, lo que en estadísticas equivale a dos niños y medio por mujer, no se puede prever que la cantidad de almas se estabilice en nueve mil millones, 10 mil millones o 15 mil millones en la presente centuria, porque ello dependerá de lo que ocurra en los países en desarrollo, sobre todo en África, la región de mayor natalidad. 

Un hecho cierto es que, según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los mil 20 millones de hambrientos tienen que irse acostumbrando -claro, los que sobrevivan- a que en el 2030 los alimentos básicos costarán el doble. Ello, luego de que entre 2005 y 2008 los importes se acercaran a la comba celeste. En ese lapso, el del maíz se disparó 74 por ciento, mientras el del arroz se triplicó, llegando a crecer 166 puntos porcentuales. Y poco duró el declive de 2008, cuando perdieron 33 por ciento en apenas seis meses, espoleados por la crisis financiera. En 2010 los cereales experimentaron alzas de 50 por ciento, y lo peor es que a la altura de 2011 los economistas consideran muy probable que la volatilidad haya arribado para quedarse. 

Entonces, ¿Malthus atinó? No. De acuerdo con datos solventes, la Tierra genera dos veces más comida de la que sus “tripulantes” precisan para vivir. No en vano entendidos como el director de la oficina de la FAO en España, Enrique Lleves, se pregunta a voces “cómo en un planeta con tal producción puede haber gente que pasa hambre”. Y él mismo se responde: “El libre juego de la oferta y la demanda no explica el hambre”, así como no la explican ni las últimas sequías, ni el crecimiento poblacional. “Las principales causas son la falta de voluntad política y la especulación”. 

Precisamente citando el libro Especulación financiera y crisis alimentaria, de José María Medina y Kattya Cascante, el funcionario asevera que el bluf de la burbuja inmobiliaria atrajo los fondos de inversión a este sector, que parece seguro y rentable. A eso habría que añadir la acumulación de tierras, mayormente en África, donde las multinacionales están haciendo su agosto, y el acaparamiento del mercado por unas pocas empresas. A nivel mundial, cinco de ellas controlan el 80 por ciento de la producción y el comercio de granos, cuatro el ciento por ciento de las semillas transgénicas, tres el mercado de lácteos y otras tres la producción de maíz. Diversos especialistas suman a la lista el encarecimiento del petróleo, la proliferación de los agrocombustibles y las secuelas de los cambios climáticos. 

Todo lo cual remite a la interrogante del inicio. Pero contestada a la brava. Porque asumir el planteamiento del clérigo inglés de manera descontextualizada, en vez de intentar una perspectiva histórica e historicista, que profundice en los problemas acarreados por determinada formación socioeconómica, estaríamos legitimando la explotación capitalista y la política imperial -la “necesidad” de las guerras-, como si la mismísima superpoblación y la miseria con ella vinculada tuvieran un origen natural, inevitable. 

La renuencia de los más ricos al pedido del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de cincuenta mil millones de dólares con que erradicar un hambre ya endémica se constituye en suficiente prueba de nuestro aserto. Más teniendo en cuenta que la cantidad equivale al 1,08 por ciento de la invertida por los estados para el rescate bancario desde 2007 (4,6 billones de dólares), o sea para extender en el tiempo un sistema que se mantiene precisamente de la polarización entre terrícolas hartos y espectros que pasan por terrícolas.
¿Hará falta explayarse en la réplica a los seguidores de Mister Thomas?

Eduardo Montes de Oca
Bohemia

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Algo más sobre deuda (¿qué hacemos con 134.000 millones de planetas Tierra de oro puro?)

Salvar la Tierra, se titulaba dramáticamente el número de junio de 2010 de Investigación y ciencia (la versión española de Scientific American). Pero la cuestión es: o salvar la Tierra, o hacer buenos negocios. Se trata de una disyunción excluyente: ambas propuestas no son viables a la vez.

El desajuste último, el que condena de forma inapelable a este sistema económico –el capitalismo que precisa una expansión constante, aunque se encuentra dentro de una biosfera finita–, es una idea errónea: tratar de vivir dentro de un planeta esférico y limitado como si se tratase de una Tierra plana e ilimitada.
Como si los recursos naturales fuesen infinitos, como si la entropía no existiese, como si los seres humanos fuésemos omnipotentes e inmortales.

Blas de Otero –de quien por fin se han publicardo los poemas póstumos agrupados en Hojas de Madrid, con la galerna– quería escribir “la poesía en los siglos futuros con el pan en medio de la mesa y un avión a Marte todos los miércoles”. No llegó a intuir –como le pasa a la mayor parte de nuestra izquierda— que el esfuerzo por inaugurar la línea aérea a Marte (que no se inaugurará jamás, dicho sea de paso) es una de las causas que impiden que haya pan encima de cada mesa.

Basta hacer números durante diez minutos para saber que esta civilización está condenada. Incluso la devolución de la deuda, el prerrequisito del capitalismo, resulta matemáticamente posible sólo a corto plazo. En un cálculo al que me he referido otras veces (y que recuerda el buen George Monbiot), Heinrich Haussmann mostró que un simple pfennig –un céntimo de marco alemán– invertido al 5% de interés compuesto en el año cero de nuestra era habría sumado en 1990 ¡un volumen de oro equivalente a 134.000 millones de veces el peso del planeta! (Decía el físico Albert Bartlett que “la mayor carencia del ser humano es su incapacidad para entender las implicaciones de la función exponencial”. [1])

Y el capitalismo persigue un valor de producción conmensurable con el reembolso de la deuda… Puro wishful thinking: pero a semejantes disparates se subordinan las políticas y las vidas humanas (así como las no humanas, claro está) bajo la dominación del capital.

Endeudarse para crecer, y crecer para pagar las deudas: así se ligan capitalismo financiarizado y devastación ecológica.

No hay en el planeta Tierra recursos naturales suficientes para pagar la deuda emitida, acumulada, aceptada. Esa montaña de dinero virtual ha de ser denunciada (la banca privada es una de las instituciones que no podemos permitirnos en una sociedad sostenible).

Un sistema socioeconómico que sólo sabe abordar la realidad –las realidades— en términos de rentabilidad y beneficio está condenado. Esto es una obviedad: pero una obviedad sobre la que no podemos insistir demasiado, ya que las mayorías sociales, en nuestros países, siguen sin verla.

Seguir pensando hoy en términos de business as usual –más crecimiento del consumo para que tire de la producción; más aumento de la producción para incrementar el consumo; más endeudamiento para crecer más; más crecimiento para pagar la deuda— resulta equivalente a ser niños de 35 años que patalean en el suelo: ¡no es verdad, no puede ser, los Reyes Magos existen, no son los padres!

Pero ya vamos siendo mayorcitos, ¿verdad? ¿Ya se nos puede decir que los Reyes Magos son los padres? ¿Y que el “desarrollo sostenible” basado en un supuesto desacoplamiento (decoupling) entre crecimiento económico e impacto ambiental es, o bien engaño de los poderosos, o bien autoengaño?

[1] Se hallarán algunos textos de este profesor de Física de la Universidad de Colorado (Boulder) en su web http://www.jclahr.com/bartlett/. Debo esta cita a Pedro Prieto.

Jorge Riechmann es profesor de Filosofía Moral de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de Ecologistas en Acción
Tratar de comprender, tratar de ayudar

martes, 22 de noviembre de 2011

De la presidencia imperial a la dictadura financiera

La era oscurantista que vivimos la inmensa mayor parte de la humanidad es resultado del poder absoluto del dinero, de la dictadura financiera (de la ralea de los banqueros centrales y privados, de las agencias calificadoras y empresas financieras adláteres), que han reprimido, subyugado y finalmente domesticado a la política-política. La democracia languidece, el Estado está impedido de representar al interés general.
 
Un poco de historia. En 1898 Estados Unidos inicia la ruta que llevará a los estadunidenses a referirse a la presidencia de su país como presidencia imperial. En ese año la Casa Blanca y el Congreso declararon la guerra a España, cuyo propósito era ocupar Cuba, Puerto Rico y Filipinas. A este impulso le siguió la adquisición de Hawai y la construcción del Canal de Panamá; fueron puntos claves para proyectar a la nueva gran potencia hacia Europa y Asia, respectivamente. Su crecimiento espectacular le permitió tejer una relación especial con el Reino Unido y sentar las bases de su gran expansión mundial en el siglo XX.

La tarea de la presidencia imperial consistiría en la creación de las instituciones para gobernar un orden de dominación multinacional jerárquico. La cabeza del imperio, Washington, garantizaría la seguridad y la estabilidad interna de sus partes constituyentes, extraer ingresos para pagar su mantenimiento (armas, corrupción de políticos, formación de ejércitos), asimilar culturalmente especialmente a las élites políticas y económicas de las sociedades súbditas del imperio. Desde la cabeza del imperio a los estados sometidos se le llamó, gobiernos aliados.

La historia de los despotismos europeos (nazismo, fascismo), las dos guerras mundiales, habrían de servir para acrecentar y consolidar el poder y la hegemonía de la cabeza del nuevo imperio. Estados Unidos estuvo entonces en la posición de dictar la índole de las instituciones que regirían el imperio. En el orden económico, ello ocurrió al término de la Segunda Guerra Mundial, en Bretton Woods. Prácticamente muerto desde los años veinte el patrón oro como sistema de pagos internacional, en adelante sería la moneda de la cabeza del imperio, la base del nuevo sistema internacional de pagos, o nuevo sistema monetario internacional. Además, gobernar al imperio requería otras instituciones. Así fueron creados el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), hoy convertido en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y, posteriormente, en 1964, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).

Muy pronto después de su creación la dinámica de la economía mundial capitalista, las demandas de las clases dominantes, en primerísimo lugar las del país dominante, comenzaron a operar transformaciones y reformas en todas las instituciones referidas, aunque la mayor rapidez de cambio –permitido por la simplicidad de su operación– ocurriría en el sistema financiero. Una a una, la suma de las reformas en este sistema llegaron a tal grado que, en unos cuantos lustros, la presidencia imperial quedó debajo de la dictadura financiera que hoy gobierna el imperio.

A partir del 15 de agosto de 1971, cuando Friedman y Nixon desconocieron su compromiso y responsabilidad sobre la operación y las reglas del sistema de pagos internacional (tipos de cambio fijos frente al dólar, bajo la regla de valor de 35 dólares por una onza troy), las rápidas reformas que vivía el sistema de pagos se convirtieron en un ciclón de innovaciones e inventos de productos financieros que fueron llamados, desregulación del sistema financiero. No hubo tal desregulación, hubo un cambio, tan profundo como un hoyo negro, de las reglas: una nuevas reglas abusiva y despiadadamente depredadoras, pero favorables a los barones de la alta finanza, quienes operan la dictadura financiera internacional. El abuso corrupto de las nuevas reglas fue tal que provocaron una crisis gigantesca al interior mismo del círculo financiero, pero también, su poder es tal, que condicionan absolutamente la operación del resto de la economía (el mundo productivo, el empleo), y pusieron de rodillas a la presidencia imperial y a las presidencias de todos los súbditos. Su poder es tal, repitamos, que se recuperaron rápidamente, trasladado su crisis a la economía real y convirtiendo su crisis en deudas soberanas.

No todo paró ahí, estos barones ahora han empezado a apoderarse de las presidencias de algunas naciones: Mario Draghi, director del Banco Central Europeo; Lucas Papademus, primer ministro de Grecia, y Mario Monti, que decidió combinar sus funciones de primer ministro con la cartera de Economía en Italia, fueron, los tres, altos funcionarios nada menos que de Goldman Sachs.

Desde hace años altos directivos de Goldman Sachs, lo mismo que de CitiGroup, ocupan los más altos niveles del poder en Estados Unidos. Los nombres de Timothy Geithner, Henry Paulson o Robert Rubin son relevantes ejemplos de ello.

Su política económica se reduce a una palabra: austeridad, para cuidarse de la inflación y no gastar lo que no se tiene (consejos para una economía doméstica). ¿Inflación con tasas de desempleo superiores a 10 por ciento en la eurozona, superior al 20 por ciento en España? Es obvio que se trata de otra cosa. Volveremos sobre esto.

José Blanco
La Jornada

sábado, 19 de noviembre de 2011

Las izquierdas en el ojo de la tormenta

"En la edición de noviembre de Le Monde Diplomatique, Serge Halimi desarrolla en un extenso artículo su visión de los problemas que atraviesa la izquierda europea. En La izquierda que ya no queremos
desgrana una fuerte crítica a los gobiernos que se proclaman socialistas por su manejo de la crisis, ya que no encuentra mayores diferencias entre lo que hacen los conservadores y los progresistas una vez que conducen la cosa pública.
"La izquierda reformista se distingue de los conservadores mientras dura la campaña por un efecto óptico. Luego, cuando se da la ocasión, se esfuerza por gobernar como sus adversarios para no perturbar el orden económico, para proteger la platería del castillo"

Lo interesante de su análisis es que apuesta por rupturas. Rescata el triunfo electoral del Frente Popular francés en 1936, no por lo que hizo el gobierno, sino porque su victoria liberó un movimiento de revuelta social al dar a los obreros la sensación de que ya no chocarían como antes con el muro de la represión policial y patronal. En suma, apuesta por lo electoral en tanto pueda ser un activador de la protesta social para procesar las necesarias rupturas con el capitalismo. Es un cambio respecto de la tradicional estrategia de las izquierdas, no sólo europeas, ya que el sujeto vuelve a ser la lucha social, la lucha de clases, y ya no los aparatos político-electorales.

Halimi reconoce los riesgos que encierra la crisis actual, o sea, el desborde del capital financiero contra los Estados luego de su ataque frontal a los sectores populares. Su análisis no alcanza, pese a todo lo positivo que incluye, a diseñar una estrategia alternativa a la que hasta ahora fue hegemónica en las izquierdas: tanto las europeas como las de los países periféricos, tanto moderadas como radicales. Muchos de los dilemas que se le plantean al continente que vio nacer el sindicalismo, el socialismo y el comunismo y que parece resignarse más que otros a su desaparición, son en realidad problemas que nos aquejan a todos los anticapitalistas en todas partes del mundo.

Los resumiré en dos aspectos: no tenemos estrategias para vencer al capital, ni electorales ni insurreccionales, y no tenemos siquiera un imaginario alternativo a las urnas o a la toma del palacio. En segundo lugar, no hemos puesto en pie economías autosustentables, capaces de sostener la vida y de entusiasmar a los de abajo a dedicar todas sus energías a esas tareas. En suma, si llegamos a triunfar contra el capital, no sabemos con qué sustituir el capitalismo, salvo empeñarnos en repetir aquel socialismo de Estado (que en realidad era un capitalismo de Estado autoritario) que fracasó a finales de la década de 1980.

No es dramático carecer de estrategias, por lo menos durante un tiempo. Lo terrible sería creer que sabemos hacia dónde vamos y con qué pretendemos sustituir un sistema que agoniza. La crisis en curso, que apunta a la desarticulación geopolítica del mundo conocido, dividido en centro, semiperiferia y periferia, y a la parálisis de la acumulación de capital (o sea a la guerra de conquista como manifestación extrema de la acumulación por desposesión), implica que las fuerzas antisistémicas ya no podrán seguir operando en los escenarios conocidos.

Socialdemocracia, socialismo, comunismo y movimiento sindical están paralizados porque el mundo en el que nacieron y crecieron está desapareciendo rápidamente. Aun eso que llamamos movimientos sociales está en crisis, porque ya no pueden seguir actuando del mismo modo. Ya se habla de crisis de la democracia, de golpes de Estado, adivinando que aquel mundo que dio a luz las ideas y prácticas emancipatorias está en bancarrota. Eso es la crisis del capitalismo o el fin del sistema-mundo capitalista.

Cuando las izquierdas dicen que el capitalismo está en crisis, apenas se asoman a una media verdad. Si aceptamos que estamos ante la crisis del sistema-mundo, debemos comprender que nosotros somos parte de esa crisis, porque nuestros movimientos nacieron en ese sistema y están llamados a desaparecer con él. Por eso se trata de construir otra cosa, de imaginar otras estrategias para cambiarnos en el mundo, porque no sólo se trata de cambiar el mundo, como si fuera algo externo a nosotros.

Faltan dos cuestiones. La primera es comprender que hace falta mucha más crisis para que algo pueda cambiar. Hace falta que el sistema se desmorone, y debemos trabajar para que eso suceda. Cuando algo se derrumba es evidente que nosotros caemos, y ese es un riesgo que no podemos eludir, porque sería vanidoso pretender que podemos salvarnos por el solo hecho de creernos revolucionarios, y porque resulta éticamente inaceptable ocultar ese riesgo a los seres humanos con los que convivimos y con quienes militamos.

Hay habilidades para reducir el impacto de un derrumbe siendo parte de lo que se autodestruye. Pero es bueno saber que la lógica de un derrumbe consiste en que no se puede controlar el proceso entero, porque las cosas en la vida real no funcionan como esas demoliciones programadas que nos muestra la televisión. En esta caída sistémica hay un impulso interior autodestructivo incontrolado (léase sistema financiero o guerra nuclear). En ese escenario debemos reconstruir algo que no sea capitalismo.

La segunda cuestión es que hay que hacer no capitalismo aquí y ahora, porque lo que venga luego del derrumbe no se puede improvisar. Sólo los pueblos indígenas y campesinos, los afrodescendientes y sectores populares urbanos de nuestro continente tienen experiencia en vivir de este modo. Sus saberes serán imprescindibles para sobrevivir en las caídas y para hacer un mundo mejor. Pero, claro está, nada de eso es útil para ganar elecciones. La lógica del mal menor también está en crisis,  escribe Halimi. Además critica a la izquierda radical, que sueña con aislarse en una contrasociedad aislada de las impurezas del mundo y poblada de seres excepcionales.

Raúl Zibechi
La Jornada 

jueves, 17 de noviembre de 2011

Cómo alteran las empresas privadas la agenda de salud pública mundial

En las tres últimas décadas se ha venido abajo la financiación pública de los organismos dedicados a la salud global. Las empresas privadas firman cheques para tapar el agujero y, en consecuencia, inclinan la balanza en favor de sus propios intereses. Sin embargo, si se reordenaran las prioridades se conseguiría implicar a más empresas privadas, no a menos.

 Durante las décadas de 1970 y 1980, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros promotores de la sanidad mundial se esforzaron con frecuencia por mejorar la salud de los más pobres del mundo fijando como blanco de su labor los excesos del sector privado. Impusieron restricciones, normas y «criterios éticos» a la comercialización de leche maternizada, pesticidas y tabaco, lo que incomodó a los ejecutivos y ahogó algunos planes de negocio. El éxito residió en la cooperación de los gobiernos locales; pero allá donde los legisladores nacionales aplicaron las recomendaciones, obtuvieron resultados fehacientes. Aumentaron las tasas de lactancia materna, se desplomaron las de envenenamiento por pesticidas y disminuyó el consumo de tabaco. 

Desde entonces, las autoridades sanitarias mundiales han vuelto la vista hacia otra parte. En las dos últimas décadas el sector privado ha emergido como la principal fuente de financiación y liderazgo del mundo en la lucha contra las enfermedades mortales. Hoy día, los recursos de buena parte de los agentes de la industria privada implicados en la salud mundial dejan pequeños a los de la OMS. Grupos como la Global Business Coalition (GBC) pretenden convertir «activos empresariales en activos para la lucha contra la enfermedad»; la GBC presume de contar con casi 200 miembros, entre los que se encuentran multinacionales como Coca-Cola, Exxon Mobil o Pfizer. ¿Por qué ese interés? Las empresas están respondiendo a las exigencias locales de la denominada responsabilidad social corporativa, pero también se han dado cuenta, cuando buscan mercados emergentes para el crecimiento futuro, de que financiar la salud pública es una inversión a largo plazo. Como ha expuesto hace poco Daniel Altman, un economista del desarrollo, en una economía global «esas personas son tus consumidores, tus trabajadores, tus inversores». Varias ex autoridades de la OMS trabajan en la actualidad en asuntos de salud pública para el sector privado. Lo más revelador es el hecho de que las colaboraciones voluntarias procedentes de intereses privados y otros representan ahora cuatro de cada cinco dólares del presupuesto de la OMS. 

El problema es que las empresas más activas de los proyectos de salud global provienen de un limitado abanico de empresas, muchas de las cuales están siendo atacadas por el impacto negativo que producen sobre la salud pública. Estas empresas privadas juegan a dos bandas: con una mano perturban a las comunidades y, con la otra, extienden abultados cheques para ayudarlas ostensiblemente. A menudo, el núcleo de sus intereses financieros se contradice directamente con la tarea de mejorar la salud de los más pobres, hasta el extremo de distorsionar la agenda de la salud global. 

La industria extractiva es un ejemplo paradigmático. El sector minero, que comprende a empresas petrolíferas y de gas, ha ocupado la primera línea de muchos proyectos de salud global destacados. Este año, la GBC entregó premios a seis empresas por su actuación. La multinacional minera Rio Tinto fue elogiada por su trabajo contra la malaria en Guinea Ecuatorial. El gigante minero Gold Fields Limited fue ensalzado por las labores de prevención del VIH en Guinea. Los círculos de la salud global han recibido felicitaciones de todas partes por suministrar terapia antirretroviral gratuita a sus trabajadores seropositivos de África; su anterior presidente copreside hoy día la GBC. Y ExxonMobil aporta más dinero hoy día a la lucha contra la malaria que cualquier otra empresa ajena al sector farmacéutico. 

Pero, por su propia naturaleza, la tarea central de extraer recursos minerales llevada a cabo por el sector minero es un proceso perturbador. En consecuencia, estas empresas acuden a trabajar por la salud pública con la reputación manchada. Rio Tinto presume de los éxitos obtenidos en la lucha contra la malaria en Guinea Ecuatorial, pero en Papúa Nueva Guinea la misma empresa ha vertido miles de millones de toneladas de residuos tóxicos y fue cómplice de la violencia represora que desencadenó 10.000 muertes, según una demanda colectiva presentada en el año 2000. Desde el año 2004, Gold Fields ha reducido en un 90 por ciento las enfermedades de transmisión sexual de sus mineros de Ghana, pero las ONG locales y otros expertos independientes informan de que sus actividades allí han contaminado vías fluviales con concentraciones altamente peligrosas de metales pesados, lo que ha privado a muchas aldeas de agua potable y para riego. Los angloamericanos desempeñan un papel destacado en los círculos de la salud global, pero un antiguo Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha calificado la explotación de la tierra y el agua que lleva a cabo la empresa en torno a las minas de Ghana como «una violación del derecho de las comunidades a preservar un medio de vida sostenible». 

Este tipo de ejemplos revelan otros perjuicios medioambientales generalizados causados por la industria minera: en el delta del río Níger, en Nigeria, donde abunda el petróleo, por ejemplo, entre los años 1976 y 1996 las compañías petrolíferas (incluida ExxonMobil) han contaminado vías fluviales y pesquerías con vertidos de petróleo de más de 2,4 millones de barriles, según los estudios oficiales nigerianos. Después de que las compañías petrolíferas pusieran en marcha programas de desarrollo comunitario para contener las críticas, las organizaciones cristianas de ayuda contra la pobreza calificaron al delta del Níger como «un auténtico cementerio de [este tipo de] proyectos, en el que hay redes de agua que no funcionan, centros sanitarios que jamás se han inaugurado y escuelas donde nunca se ha impartido clase alguna». 

Las empresas de bebidas refrescantes y comida rápida también han pasado a la primera línea del frente de las iniciativas sanitarias globales fundamentales, concretamente en la lucha contra enfermedades no contagiosas. Este tipo de enfermedades, entre las que se encuentran las afecciones cardiovasculares y la diabetes, son causa en la actualidad de más de la mitad de las muertes en los países pobres y de renta media. Han coronado la cima de la agenda sanitaria mundial: la ONU las ha convertido en un asunto señero de la Asamblea General durante este año. A través de una asociación llamada International Food and Beverage Alliance, las empresas de bebida y alimentos procesados más grandes del mundo (Nestle, PepsiCo, Kraft y otras) han participado activamente en las negociaciones que desembocaron en la cumbre del mes de septiembre asistiendo a reuniones ministeriales y presidiendo grupos de trabajo. Derek Yach, el director de la política sanitaria global de PepsiCo, ha contribuido a dar forma al destacado papel del sector. Yach ocupó un cargo en la ONU, el de director ejecutivo de enfermedades no contagiosas de la OMS, hasta que se trasladó al sector privado en el año 2007. 

En este aspecto, además, entran en conflicto intereses empresariales centrales con preocupaciones sanitarias mundiales. Las empresas de bebidas refrescantes y comida rápida se ganan la vida convirtiendo alimentos íntegros en otros procesados y fáciles de fabricar: en ese tipo de alimentos que acrecientan en riesgo de desarrollar enfermedades no contagiosas. Para mantener su salud económica, este tipo de empresas tienen que vender más productos en los mismos países en donde aumentan las muertes por enfermedades no contagiosas. Como las ventas en los países desarrollados se han desinflado, el sector recurre ahora a aumentar los ingresos en mercados emergentes con el fin de alimentar el crecimiento futuro. Entre 1982 y 2000, las empresas estadounidenses han cuadruplicado las inversiones en empresas de procesamiento de alimento en el extranjero y las ventas de esos productos en el exterior han pasado de 39.200 millones de dólares a 150.000 millones Un mexicano medio consume hoy día más de 110 litros de refrescos de Coca-Cola al año, más que el estadounidense medio. La tasa de incidencia de las enfermedades no contagiosas, en consecuencia, han aumentado

El sector más implicado en las iniciativas sanitarias globales es, sin duda, el de los laboratorios farmacéuticos. Novartis dona a la OMS medicamentos para combatir la lepra y desarrolla nuevas vacunas contra el dengue y la tuberculosis. Merck y Pfizer han realizado donaciones importantes de medicamentos para poner freno a enfermedades como la oncocercosis y el tracoma. Pero la industria farmacéutica se encuentra en una situación igualmente complicada. Las intervenciones sanitarias globales más eficaces socavan su negocio, que consiste en vender medicamentos nuevos a precios con recargo. Esa es la razón por la que Novartis trata en estos momentos de quebrar la ley de patentes de la India hasta el extremo de que el organismo de ayuda Médicos Sin Fronteras afirma que causarán «un impacto devastador» sobre el acceso de los pobres a los medicamentos. En 1998, 39 empresas farmacéuticas de primera línea demandaron al gobierno sudafricano por aprobar una ley concebida para facilitar el acceso de la población más pobre que muere de SIDA a los fármacos antirretrovirales. 

No es que la OMS y otros dirigentes del sector público no detecten los conflictos de intereses que afectan a sus nuevos socios. Lo cierto es que no tienen a nadie más a quien recurrir. En 1950, el presupuesto de la OMS procedía de las cuotas asignadas a los países miembros. En las últimas décadas ese caudal de financiación se ha secado. En respuesta a la apreciable politización de organismos de la ONU como la UNESCO o la OMS, los principales donantes de la ONU introdujeron en 1980 en los presupuestos del sistema de Naciones Unidas la política de crecimiento real cero, y en 1993 la de crecimiento nominal cero.
Escasa de financiación pública, la OMS ha tenido que recurrir a las aportaciones voluntarias de países donantes, a la filantropía individual, a las empresas y a las ONG. A diferencia de lo que sucede con los fondos procedentes de las cuotas asignadas, los donantes individuales pueden destinar esas cantidades «extrapresupuestarias» a la finalidad específica que se les antoje, lo que elude el control de la OMS. En 1970, las aportaciones privadas representaban la cuarta parte del presupuesto de la organización. En el año 2008 ascendían casi al 80 por ciento. Por consiguiente, ahora son los donantes particulares, y no la OMS, quienes puede tener la última palabra en Ginebra y, con ello, moldear la agenda sanitaria mundial. 

Su influencia es evidente. La OMS destina su presupuesto ordinario a las enfermedades que ocasionan las mayores tasas de mortalidad en todo el mundo. Los fondos extraordinarios, por el contrario, sustentan intereses distintos. Según el análisis del presupuesto del organismo para los años 2004-2005, el 91 por ciento de los fondos extrapresupuestarios de la OMS se destinaron a unas enfermedades que ocasionan tan solo el 8 por ciento de la mortalidad global. Dada la preeminencia de los fondos extrapresupuestarios en sus gastos generales, la OMS acabó gastando el 60 por ciento de su presupuesto en enfermedades causantes únicamente del 11 por ciento de la mortalidad mundial. Una parte sustancial recaló en el desarrollo de vacunas contra enfermedades infecciosas, que sintonizan con las preferencias generales de la industria privada por la investigación, cara y de alta tecnología, antes que por la prevención, que es barata y no requiere tecnología punta. Es difícil comprender cómo semejante discordancia entre las necesidades de los enfermos del mundo y la distribución de los fondos de la OMS puede servir para que la organización cumpla con su misión principal. 

Eso no quiere decir que los más pobres y los más enfermos del mundo no necesiten la atención del sector minero y los productores de comida rápida. Los compromisos voluntarios de las empresas de procesamiento de alimentos han eliminado de sus productos centenares de miles de toneladas de azúcar, sal y grasa de artículos populares. Desde el año 2004, Nestle ha reducido la cantidad de sal de sus productos en más de 6.800 toneladas, y la de azúcar en más de 290.000 toneladas. Gracias, sobre todo, a la participación del sector privado, la financiación externa para la lucha contra la malaria se ha disparado desde los aproximadamente 100 millones de dólares anuales de 1998 hasta más de 1.000 millones en el año 2008. Aunque su actual predominio en la agenda sanitaria mundial sea contraproducente, estas empresas deben estar sentadas a la mesa a pesar de los conflictos de intereses. 

Tampoco sería viable en el mundo de nuestros días, donde la privatización es cada vez mayor, regresar al viejo modelo según el cual el sector público somete al resto del mundo a sus edictos de salud global. Más bien, la participación del sector privado se debería ampliar para que incluyera a esas empresas cuyos intereses económicos sintonizan directamente con los de la salud mundial. Además de a las empresas extractivas, la lucha contra la malaria, por ejemplo, podría incluir a compañías de seguros y operadores de turismo, que obtendrían beneficios a largo plazo de sus clientes más sanos y de los turistas con menos miedo. De manera semejante, la batalla contra las enfermedades no contagiosas podría recabar la participación de agricultores y ganaderos locales, en cuyas explotaciones se cultivarían alimentos más nutritivos y de origen local para vendérselos a más personas. Es mucho más probable que este tipo de empresas privadas, cuyos intereses empresariales sintonizan mucho más con intereses sanitarios, descubran el prometedor futuro de establecer asociaciones entre lo público y lo privado que aquellas otras que tienen perjuicios que ocultar. 

Hasta el momento, estos otros agentes se han mantenido, en su mayoría, al margen; y se han apreciado muy pocos esfuerzos para invertir ese hecho. Cortos de dinero en efectivo desde hace demasiado, muchos promotores de la salud mundial se deleitan con recursos procedentes de sus recién adquiridos socios ricos del sector privado. Pero para establecer adecuadamente la agenda sanitaria mundial, tendrán que gastar parte de esos recursos en contactar con empresas y sectores nuevos con preocupaciones compatibles, aun cuando esas empresas no les firmen talones con muchos ceros. Con una base más amplia de donantes privados que la apoyen, la OMS —todavía, una fuente sin igual de especialización en salud pública y responsable en exclusiva ante la comunidad internacional— podría refundar su autoridad sobre la agenda sanitaria mundial, por no hablar ya de su presupuesto. 

El Investigative Fund de The Nation Institute ha apoyado esta investigacion.
Sonia Shah es periodista científica y autora de Crudo: Breve historia de un pozo sin fondo (traducción de Silvia Komet Dain, Barcelona, Global Rhythm, 2008) y de Cazadores de cuerpos: La experimentación farmacéutica con los pobres del mundo (traducción de Ricardo García Pérez, Madrid, 451 editores, 2009).  Su último libro es The Fever: How Malaria has Ruled Humankind for 500.000 Years.
Fuente:
http://www.foreignaffairs.com/articles/136654/sonia-shah/how-private-companies-are-transforming-the-global-public-health
Rebelión
Traducido para Rebelión por Ricardo García Pérez

miércoles, 16 de noviembre de 2011

¡Dejad que las bolsas se derrumben!

En el periódico noruego Klassekampen, escribe hoy el profesor de economía Rune Skarstein un artículo que se titula "¡Dejad que las bolsas se hundan!". Tras ese título se esconde un fantástico análisis sobre la evolución de la crisis, de crisis financiera a crisis de deuda, sobre los ganadores y los perdedores y sobre por qué las soluciones que proponen la UE y el FMI ni han funcionado ni van a funcionar.
El artículo me ha parecido tan interesante para los lectores españoles que he dedicado un rato a traducirlo. Me ha parecido que pone muchas cuestiones en perspectiva y que apunta hacia las verdaderas razones de una crisis de sistema que nos intentan cargar "a los de siempre". Aquí os dejo la traducción:

¡Dejad que la bolsas se derrumben!
Del debate en los medios puede quedar la impresión de que con que Grecia e Italia retiren a sus nefastos políticos y lleven a cabo los recortes presupuestarios que les han recetado la UE y el Fondo Monetario Internacional, los “mercados” (¡como sujeto!) quedarán satisfechos y el problema de la deuda estatal despararecerá. ¡Qué fantasía! La crisis en el capitalismo occidental es el resultado de procesos internos de larga duración, no de “conmociones externas”, que es la explicación estándar que dan los economistas neoclásicos. Y la crisis se muestra de diversas formas, que están estrechamente relacionadas entre sí.

Una cuestión importante es que los Estados Unidos desde 1976 han tenido déficits en la balanza comercial y, por tanto, una creciente deuda exterior. En 2009, la deuda exterior neta de los estados Unidos era de 8,206 billones de dólares (el equivalente al 58 por ciento del PIB). Al mismo tiempo, China poseía obligaciones norteamericanas por mas de  800 mil millones de dolares. En octubre de 2011, la reserva de divisas china había crecido hasta los 3,2 billones de dolares, principalmente en dólares. China se ha convertido con diferencia en el mayor acreedor de los Estados Unidos.

El déficil comercial de Estados Unidos se refleja especialmente en grandes déficits en el presupuesto federal, que se cubren a través de bonos del estado. A través de estas ventas se recircula hacia los Estados Unidos la cantidad de dólares que fluye hacia el exterior a causa del déficit comercial. La compra de bonos norteamericanos llegó a su cima en 2008, con 963 mil millones de dólares (equivalente 6,7 por ciento del PIB). Esta fantástica corriente de dólares tuvo como resultado un fuerte aumento de la liquidez en el sector financiero de los Estados Unidos, y fue un estímulo importantísmo para el crecimiento de la refinanciación del crédito doméstico. Esto elevó la demanda de consumo en momentos de congelación del poder adquisitivo. Los créditos se transformaron en derivados de crédito que fueron comprados por bancos y otras instituciones financieras de Estados Unidos y Europa. Este proceso llevó a una colosal acumulación de capital financiero que llevó a la crisis financiera internacional de 2007-2009.

Se afirma hoy que la crisis de deuda de los países europeos se debe a una “política financiera irresponsable” en un periodo prolongado. Con la excepción parcial de Grecia, esto no es verdad. La crisis de deuda estatal en la zona euro tiene dos causas: por un lado, los colosales paquetes estatales de ayuda al sector financiero; por otra parte, las diferencias en la evolución de la productividad y los costos en la zona euro. Si se mira la zona euro como una unidad, la balanza comercial está en equilibrio, y la deuda pública total es mucho menor, en porcentaje, que la de los Estados Unidos.

Pero el euro ha sido una mina de oro para Alemania. A través de una política salarial restrictiva en una situación de niveles altos de poder adquisitivo y productividad, Alemania ha reforzado su competitividad en relación al resto de los países de la eurozona. Entre 2002-2008 subieron los gastos salariales medios por unidad producida sólo el 2,7 % en Alemania, contra el 26,2 % en Grecia, el 29,6 % en España y el 16,5 % en la eurozona.

El superávit comercial de Alemania con la eurozona creció de los 63 800 millones de euros en 2002 a los 139 900 millones en 2009. Ese año, el superávit total de Alemania ascendió a 117 600 millones de euros. Esto significa que el superávit con los países de la eurozona financión el déficit con otros países, especialmente Rusia y China. Este proceso trajo consigo que los países más “débiles” en las economías del euro tuvieron que asumir una deuda exterior creciente.

A través de los paquetes de ayuda a los bancos, se ha transferido la crisis desde el sector financiero privado al sector de los servicios públicos y a la clase trabajadora. Esto, combinado con una política financiera expansiva, para contrarrestar el paro, llevó a un crecimiento fortísimo de la deuda de los llamados “países PIIGS” (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España –Spain, en inglés-[N. del T.]). Así se le dio al al capital financiero una nueva fuente de beneficios: el economista alemán Walther Otremba ha calculado que los bancos, en los tres últimos años, han metido en caja 100 000 millones de euros a través de primas de riesgo pagadas por esos países. Esto equivale a una tercera parte de la deuda pública griega.

La Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional exige que los países PIIGS pongan en marcha fuertes recortes en los salarios, los gastos sociales y las pensiones, reduzcan el empleo público y privaticen propiedad pública para pagar la deuda. Esto es una exigencia de una política de deflación que va a llevar a una menor demanda y producción, un aumento del paro, ingresos fiscales más bajos, más pobreza y una creciente desesperación en la población. Pero esta política no elimina la sobreacumulación de capital financiero. Mientras el sector financiero siga protegido en su hipertrofia, y no se dé una amortización de activos financieros a través de una condonación de deuda (lo que llevará a una caída duradera de la bolsa), la crisis va a continuar.
 
Rafale Cobo
Alzar la voz

martes, 15 de noviembre de 2011

Islandia: un resumen de tres años de crisis

La crisis de Islandia aporta muchos elementos de reflexión. Vamos a hacer un breve resumen de lo sucedido en estos tres últimos años.

A) El capitalismo sólo crece como economía especulativa

Antes del estallido de la crisis de 2008, Islandia era la demostración de que el capitalismo es el paraíso en la tierra, un ejemplo de las maravillas del neoliberalismo que todo el mundo debería imitar. Aunque no faltaba el toque étnico cuando se decía que los motivos del éxito de Islandia se debían a sus “raíces vikingas”: "los islandeses controlan mejor el riesgo por su pasado vikingo". Al mismo tiempo, Islandia era el “Wall Street del Ártico” y el “Tigre Nórdico” de la economía mundial. El gran economista Rodrigo Rato, cuando dirigía el FMI, se deshacía en elogios sobre lo bien que se estaban haciendo las cosas en aquel país.

En 2008 Islandia era la sexta nación más rica de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y uno de los países más ricos del mundo en ingresos per cápita. Su PIB por habitante era un 50% superior al de los EEUU. Un informe de la ONU de este año señalaba que Islandia era el mejor lugar del mundo para vivir; dos años antes, otro informe internacional sentenciaba que los islandeses eran las personas más felices del mundo.

En 2007 se vendieron en Islandia más coches Mercedes de lujo que en toda Suecia. Islandia era el segundo país del mundo comprador de la marca de lujo Bang & Olufsen, después de Rusia. “Los restaurantes elegantes de Reikjavik dejaban a los de Londres como mediocres cantinas. Los artículos de lujo inundaban los negocios y enormes 4x4 obstruían las calles” (1)

Islandia vivía en el mejor de los mundos posibles de la mano de la especulación financiera de sus bancos más importantes: Kaupthing, Landsbanki y Glitnir. La banca se había privatizado y desregularizado en 2003; el Kaupthing operaba en 13 países y era el séptimo banco de los países nórdicos. La bolsa multiplicó su valor por 9 de 2003 a 2007.

También se habían privatizado muchas empresas públicas, entre las que destacaremos la industria de la pesca en los años 80. De estas privatizaciones salieron algunas de las mayores fortunas del país.

Islandia era también una maravilla del neoliberalismo desde el punto de vista fiscal. Los impuestos del capital eran del 10%, mientras que los del trabajo eran del 36%; el impuesto de sociedades era del 18% y se preveía una bajada al 15%.

B) El capital especulativo nos lleva a una crisis sin retorno


La cosa cambia en 2008. A comienzos de año, el fondo de inversión Gnúpur hace saber que tiene que refinanciar su deuda y FL Group comienza a vender sus activos para aumentar su liquidez. En abril, las posibilidades de quiebra del mayor banco, el Kaupthing, eran 7 veces mayores que la media de los bancos europeos. La corona islandesa ya conoce una fuerte devaluación del 25% en el primer cuatrimestre de este año, la bolsa está cayendo un 40% desde el verano anterior, la inflación está en el 6,8%, los tipos de interés han llegado al 15,5% y el consumo cae en picado. La economía islandesa se estaba resintiendo de las limitaciones de crédito que comenzaban a aflorar a nivel mundial. “La corona islandesa cayó bruscamente en sentido contrario al valor de las deudas de los bancos, que aumentaron; la perennidad de los créditos expresados en monedas extranjeras se convirtió pronto en un problema “público”; el mercado de acciones se derrumbó y las quiebras se multiplicaron. El Danske Bank de Copenhague describió entonces a Islandia como una “economía géiser” a punto de explotar” (1). No obstante, aún en julio de 2008 los expertos del FMI dicen que la situación de la economía islandesa es “excelente”.

Y. efectivamente, a finales de 2008 la economía islandesa explotó. La quiebra de Lehman Brother y el cierre del crédito ahogan a los bancos de Islandia: Landsbanki, el principal banco del país, es nacionalizado; a continuación se nacionaliza el Kaupthing el Glitnir, los otros dos bancos más importantes. En este momento la deuda de la banca islandesa es varias veces el PIB del país; los bonos de los bancos llegaron a multiplicar por 12 el PIB, acumulando una deuda de 61.000 millones de dólares, una cifra inasumible para una población de 300.000 personas. La bolsa se hunde un 76% y la moneda se devalúa un 70% respecto al euro. Islandia está en bancarrota, con unas necesidades financieras inmediatas entre 15.000 y 20.000 millones de euros. “La caída de los establecimientos bancarios islandeses se produjo dos semanas después de la caída de Lehman Brothers. El 29 de septiembre de 2008, el Glitnir solicitó ayuda al gobernador del Banco Central, Oddsson. Pretendiendo tranquilizarlo, éste ordenó a su institución comprar el 75% de las acciones de Glitnir, lo cual tuvo como único efecto agravar la inquietud. La nota del país se vino abajo, mientras al Landsbanki y al Kaupthing les retiraron sus líneas de crédito. Los retiros masivos comenzaron en las filiales de Icesave [banco creado por el Landsbanki] en el extranjero. “ (1)

El FMI concede a Islandia un préstamo de 2.100 millones de dólares, completado por otros 2.500 millones de varios países nórdicos. La contrapartida es la que todos sabemos: subida del IRPF y del IVA, nuevos impuestos, bajada de salarios y recorte de beneficios sociales (el hospital de Rejkiavik ha reducido su presupuesto un 25% en estos tres años). Los tipos de interés, por indicación del FMI, llegan al 18% en octubre.

C) La movilización del pueblo es el único freno a las políticas del capital

Semana a semana, cada sábado la población islandesa se va movilizando contra el gobierno. “Entre octubre de 2008 y enero de 2009, los sábados después de almorzar, en medio del frío, miles de personas de todas las edades se agruparon en la plaza principal de Reikjavik. Los manifestantes se tomaron del brazo para formar una cadena humana en torno al Parlamento y tapizaron el edificio con frutas y yogures exigiendo la renuncia del gobierno” (1) “La cacerola también ha llegado a Islandia. Cocinada a golpes de un descontento popular, con pocas especias, sin banderas ni partidos, la protesta que quita el hambre pero no alimenta. Se sostiene sobre el fuego lento del desempleo y la ejecución hipotecaria. Si el cacerolazo argentino se gestaba cantando, los islandeses han elegido aullar desde las cocinas de las casas que pierden. Los huevos, lechugas y barras de pan que los políticos esquivan, protegidos tras carreras y paraguas, en su ceremonial camino desde el Parlamento a la catedral de Reykjavik aceleran el vaciado de las despensas.” (2)

En varios momentos se producen enfrentamientos con la policía. Se toma al asalto una comisaría para liberar a manifestantes detenidos; el 5 de diciembre el Banco Central es ocupado por los manifestantes. El 23 de enero de 2009 consiguen que el gobierno convoque elecciones anticipadas; pero ésto sólo incita a la población a salir con más fuerza a la calle: las caceroladas son generales y el primer ministro y todo su gobierno han de dimitir. El primer ministro dimisionario es recibido por los manifestantes con bolas de nieve y una lluvia de huevos. Días antes, los manifestantes habían “bombardeado” el Parlamento con papel de wáter y zapatos; la policía tuvo que esmerarse para evitar que la gente asaltara el edificio.

Las elecciones tienen lugar el 25 de abril y son ganadas por una alianza de izquierdas formada por la Alianza Social-demócrata y el Movimiento de Izquierda Verde.

El año 2009 acabará con una caída del PIB del 7% y el desempleo estaba en torno al 10%, cuando antes era inexistente. En 2010 el crecimiento fue cero. El endeudamiento público ha pasado del 10% al 100% del PIB. La deuda total de Islandia es del 280% del PIB.

Se plantea el problema de la deuda con los inversores británicos y holandeses. Atraídos por altos intereses, unos 200 organismos oficiales (ayuntamientos, etc.) y miles de inversores de estos dos países habían adquirido hasta 3.700 millones de euros en bonos y deuda de los bancos islandeses. En diciembre de 2009 el Parlamento acuerda que se pagarán en 15 años al 5,5%. La cifra representa el 75% del presupuesto anual del país.

Pero los islandeses entienden que ellos no tienen que pagar la deuda en que han incurrido los bancos. De nuevo se producen movilizaciones en la calle y en enero de 2010 el presidente se niega a firmar el acuerdo del Parlamento después de que el 25% del electorado haya firmado un documento en que se oponen a pagar esa deuda; en consecuencia, el tema de la deuda con Gran Bretaña y Holanda se tendrá que resolver en referéndum en marzo.

El 98% de los votantes dice que NO hay que pagar la deuda de los especuladores bancarios. En respuesta, el FMI congela las entregas de dinero del préstamo pactado el año anterior. Gran Bretaña y Holanda amenazan con bloquear el ingreso de Islandia en la UE. En abril Moody’s califica a los bonos islandeses a un paso del bono basura.

Otro método de presión ha sido que en diciembre de 2008, como el gobierno no hacía frente a sus deudas internacionales, Gran Bretaña aplicó a Islandia la ley antiterrorista. “Y eso significaba que los ingleses declaraban a Islandia como terrorista, igual que a Al Qaeda. De modo que no podíamos acceder al dinero. Vendíamos nuestro pescado y nuestro aluminio en el exterior, pero no podíamos recaudar los pagos del exterior e ingresarlos al país, porque el dinero pasa por la City, el centro financiero de Londres, y como éramos terroristas, el dinero era detenido allí, de modo que los islandeses no podían ni ingresar su dinero ni comprar nada en el exterior. Nadie quería hacer negocios con “terroristas”. La situación era tal que empresas islandesas que habían hecho negocios con empresas europeas durante más de 50 años eran incapaces de obtener ningún suministro de Europa.” (3)

Presionado por la calle, el gobierno comienza en 2010 una investigación criminal contra los especuladores: en junio se cursan órdenes de detención con varios ejecutivos bancarios que estaban viviendo en el extranjero. Un informe parlamentario describe cómo los antiguos directores se adjudicaban préstamos fraudulentamente (1.600 millones de euros el Glitnir), y cómo los auditores de Price Waterhouse habían encubierto todos los fraudes bancarios. Además, 10 de los 63 parlamentarios tenían préstamos por unos 10 millones de euros cada uno. En Islandia llegan a ser detenidos 4 directivos que estaban viviendo en Luxemburgo y pueden ser condenados a 10 años. En total, se puede decir que tan sólo unos 20 banqueros, políticos y empresarios han destrozado la economía de los islandeses.

La Interpol recibe la orden de arresto contra el expresidente del Kaupthing, Sigurdur Einarsson, que es detenido en mayo. Tenía su residencia en Londres, en una mansión de 12 millones de euros. Este personaje está acusado de malversación de fondos, falsificación de documentos y violación de la ley sobre transacción de acciones.

En septiembre 2010, el Parlamento decide llevar a los tribunales al antiguo primer ministro Geir H. Haarde, por negligencia en su mandato. El juicio ha comenzado en junio pasado.

En octubre 2010 la situación está lejos de solucionarse: cada día alguien quema su casa para que el banco no se la quede; 46.000 familias tienen problemas para llegar a final de mes; 13.000 casa han sido embargadas por los bancos; 6.000 islandeses han emigrado por motivos económicos desde enero de 2009. Y de nuevo arrecian las movilizaciones: la policía no puede contener a los manifestantes, que rodean al Parlamento haciendo sonar tambores de metal y cacerolas. “Miro a mi alrededor y mis amigos, mi familia, lo han perdido todo. Todo. Yo estoy aquí para demostrar que si nos lo quitan todo, podemos empezar de cero otra vez. Miro a mi alrededor y no soporto lo que veo. Es injusto. Salvan a los bancos y dejan que la gente se hunda” (2)

No obstante, aparece alguna señal de recuperación: la economía crece un 1,2% en el tercer trimestre de 2010 respecto al trimestre anterior. Es el primer crecimiento en dos años. Para 2011 la previsión de crecimiento es del 3%. En cualquier caso, en 2011 el PIB había caído un 15% respecto a 2008.

En diciembre de 2010 se produce un nuevo acuerdo parlamentario sobre la deuda con Gran Bretaña y Holanda: a partir de 2016 se comenzará a pagar y se terminará en 2046. El gobierno está de acuerdo en el pago de la deuda. Pero el tema se somete de nuevo a referéndum en abril y la gente vuelve a votar NO al pago de la deuda por un 60%.

En junio 2011, Landsbankinn acuerda reducir la deuda de los particulares, lo que afectará a unas 70.000 personas. Se contemplan varias opciones: reembolso del 20% de los intereses pagados de 2008 a 2011; reducción de la deuda de la vivienda, pasando a calcularse la hipoteca sobre precios de mercado; reducción de otras deudas, cuando se considere que están por encima de las capacidades de pago del deudor.

D) Cambiar el gobierno no es la solución

Otro elemento interesante –pero que ha tenido efectos muy limitados- ha sido el intento de elaborar una nueva Constitución a partir de 2010. Los redactores han sido 25 ciudadanos sin filiación política, elegidos entre 522 candidatos. Se han llevado a cabo formas de democracia directa, en las que asambleas populares discutían y proponían el articulado de la nueva Constitución.

En julio de 2011 la propuesta constitucional ha entrado en el Parlamento. A partir de ahí, ha ido perdiendo sus aspectos más progresistas, pero, no obstante, hay que resaltar que la nueva Constitución prevé que el 2% de la población puede pedir que se debate un tema en el Parlamento, que el 10% de la población puede hacer propuestas legislativas, se garantizan derechos de la naturaleza y de propiedad colectiva sobre los medios naturales -inspirado en los cambios constitucionales de Bolivia y Ecuador-, que se puede votar a personas de una lista en lugar de toda la lista y que queda abolido el servicio militar obligatorio. El nuevo redactado no entra en los temas de democracia directa o en el control y nacionalización del mundo financiero y económico.

Y así está Islandia: entre la certeza de que las cosas no pueden seguir como están y el problema de cómo avanzar en alternativas que permitan que los islandeses tomen las riendas de su destino. Como señala Gunnar Skuli Armannsson, activista de ATTAC Islandia: “Tanto los socialdemócratas como la Izquierda Verde estuvieron prometiendo cosas muy buenas a la gente en la campaña electoral. Pero han roto todas sus promesas. De modo que los islandeses hemos aprendido, igual que los irlandeses, igual que los griegos y los españoles, que cambiar el Gobierno no es la solución.” (3)

Notas:

1- CUANDO EL PUEBLO ISLANDÉS VOTA CONTRA LOS BANQUEROS-REBELION, ESPAÑA 270511 Robert Wade y Silla Sigurgeirsdóttir -www.eldiplo.org

2- LAS CACEROLADAS CONTRA BANCOS Y POLÍTICOS RESUENAN-REBELION, ESPAÑA 181010 Alberto Arce –Diagonal

3- “LOS BANCOS Y ACREEDORES SEGUIRÁN SU AVANCE: LA ÚNICA SALIDA ES PARARLOS” -REBELION, ESPAÑA 041111 Patricia Rivas - Entrevista a Gunnar Skuli Armannsson, activista de ATTAC Islandia

Miguel Guiribets
Rebelión